La glucosa (azúcar) en la sangre es la principal fuente de energía del cuerpo. Proviene de los alimentos que las personas consumen, explica la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.
El cuerpo descompone la mayor parte de los alimentos en glucosa y la libera en el torrente sanguíneo. En niveles adecuados, esta sustancia no ocasiona ningún tipo de complicación al organismo; sin embargo, si se eleva de forma considerable puede generar diversas afecciones.
El consumo de pan en exceso puede elevar los niveles de azúcar, más si es pan blanco.
“Cuando la glucosa en la sangre sube, le indica al páncreas que libere insulina, una hormona que ayuda a que el azúcar entre en las células para ser utilizado como energía”, precisa la citada fuente. Si este proceso no se da de manera eficaz, la glucosa se queda en la sangre y es posible que derive en enfermedades como la diabetes.
Una de las formas de evitar este padecimiento es prestando especial cuidado a la alimentación, la cual debe ser rica en frutas, verduras, cereales integrales y proteínas magras. Dentro de los productos que se convierten en glucosa en la sangre están los carbohidratos, por ello es determinante no abusar de su consumo.
El pan y la glucosa
Uno de los muchos carbohidratos que las personas ingieren a diario es el pan, un alimento que desde hace centenares de años forma parte de las dietas alrededor del mundo. Sin embargo, se dice que el pan blanco, el arroz blanco, el puré de papas, las donas y muchos cereales para el desayuno, tienen un índice glucémico y una carga glucémica alta, por lo que los expertos recomiendan limitar su consumo.
Según una publicación del medio digital Business Insider, los panes blancos son los menos recomendados en la dieta ya que podrían incrementar la glucosa en la sangre y la explicación científica es que estos carbohidratos se simplifican a gran velocidad en el sistema digestivo.