La pandemia impulsó a muchos a iniciar emprendimientos como forma de subsistencia. Sin embargo, la saturación del mercado y la presión constante por destacar han llevado a una fatiga generalizada entre los emprendedores.
Las redes sociales, especialmente Instagram y TikTok, se han convertido en vitrinas obligatorias para los emprendimientos. La necesidad de mantener una presencia constante, generar contenido atractivo y responder a los algoritmos puede ser abrumadora. Como comenta una emprendedora: “Siento que paso más tiempo creando contenido que trabajando en mi producto”.
Además, la competencia es feroz. La facilidad para iniciar un emprendimiento ha llevado a una sobreoferta de productos similares, lo que dificulta la diferenciación y la fidelización de clientes. Esto, sumado a la inestabilidad económica y la falta de apoyo institucional, hace que muchos emprendimientos no logren sostenerse en el tiempo.
Es esencial repensar la cultura emprendedora, promoviendo modelos de negocio sostenibles y priorizando el bienestar de los emprendedores. El éxito no debería medirse solo en términos de crecimiento y visibilidad, sino también en la capacidad de generar impacto y satisfacción personal.