Hay decisiones que parecen brotar del sentido común, aunque lo hagan vestidas de algoritmo y hablen en voz de CEO. Y hay otras que, aunque parezcan ingeniosas, revelan el estado melancólico de un país donde hasta llenar el tanque se convierte en un acto estratégico. En este caso, ambas verdades se cruzan a la sombra de las estaciones de servicio de YPF, donde a partir del 23 de junio, quien madrugue… cargará más barato.

Nafta para noctámbulos y algoritmos con corbata
El anuncio lo hizo Horacio Marín, presidente de YPF, desde un escenario tan simbólico como contradictorio: el evento Energía Chubut 2050, celebrado en el Hotel Four Seasons. Porque hablar de ahorro y eficiencia en un hotel de lujo tiene la misma coherencia que vender barbijos en una convención de negacionistas. Pero avancemos.
La petrolera estatal implementará un sistema de precios segmentados por franja horaria, valiéndose de un flamante Real Time Intelligence Center (RTIC) y de un concepto que parece traído de Silicon Valley, pero que en realidad es bastante más simple: en la madrugada casi nadie carga combustible, y eso cuesta plata.
Así que, con una lógica tan pragmática como impersonal, YPF decidió premiar al insomne, al viajero nocturno, al fletero desesperado o al taxista de guardia. De 03:00 a 06:00 —la hora de los fantasmas y los borrachos arrepentidos— la nafta será más barata. Una rebaja como bálsamo para quienes manejan cuando el resto del país duerme.

El autoservicio: entre la eficiencia y la soledad
Para que la cuenta cierre, no solo bajarán los precios: también se eliminará al playero. El sistema será de autodespacho, al mejor estilo europeo. Cargás, pagás, te vas. Sin charla, sin saludo, sin la tradicional frase “¿completo?”. Un gesto más en la larga despedida del trabajo humano en manos del software.
Como en tantas otras áreas, la inteligencia artificial se presenta como solución mágica. Pero también como recordatorio sutil de que el futuro —cuando se aplica en contextos de crisis— suele parecerse más a una retirada que a una revolución. Y mientras las máquinas aprenden a calcular microprecios por segundo, los argentinos seguimos calculando si llegamos a fin de mes.

El combustible del futuro: datos, datos, datos
El RTIC será el cerebro de esta transformación. Controlará no solo el precio del surtidor, sino también las tiendas Full, la logística de combustibles y todo aquello que pueda ser medido, previsto y optimizado. Decisiones en tiempo real, valor segundo a segundo. Todo suena brillante, hasta que uno recuerda que vivimos en un país donde la nafta puede aumentar entre una aplicación y el surtidor.
La propuesta tiene algo de experimento de laboratorio en una casa en llamas. Porque mientras se moderniza el sistema, la pregunta subyacente es si el problema está en los horarios o en el modelo económico que obliga a segmentar precios como quien reparte aspirinas en un hospital de guerra.
Epílogo entre bidones y paradojas
Así que sí: cargar nafta será más barato de madrugada. Pero no porque se haya descubierto una nueva fórmula, ni porque el crudo haya bajado, ni porque la eficiencia haya alcanzado su cenit. Será más barato porque, al fin y al cabo, a las tres de la mañana, nadie quiere estar ahí. Y en ese vacío de demanda, florece la oportunidad.
Algunos lo verán como una innovación. Otros, como el síntoma de un país que se reinventa en la penumbra. Sea como sea, prepare su despertador: el futuro llega en silencio, con olor a combustible y sin un alma alrededor.