Mientras el mundo intenta adaptarse a los efectos del cambio climático, algunos fenómenos meteorológicos siguen envueltos en misterio. Es el caso de los tornados: destructivos, impredecibles y ahora, potencialmente influenciados por un clima cada vez más cálido. Pero… ¿cómo se relacionan exactamente?
A diferencia de otros eventos extremos como olas de calor o inundaciones —cuya conexión con el calentamiento global es clara— los tornados siguen siendo un desafío para la ciencia. Según National Geographic, los estudios sobre cómo el cambio climático los afecta están en pleno desarrollo y no hay aún certezas absolutas.
La cantidad de tornados reportados ha aumentado desde 1950, pero los expertos explican que esto se debe más a los avances tecnológicos (como el radar Doppler) que a una verdadera mayor frecuencia de estos fenómenos. Así lo sostiene Victor Gensini, analista de clima extremo de la Universidad del Norte de Illinois.
¿Cómo se forma un tornado?
Para entender cómo el cambio climático podría influir, primero hay que saber cómo se origina un tornado. Este se forma cuando aire cálido y húmedo asciende y choca con capas más frías y secas. Si hay un cambio brusco en la velocidad o dirección del viento (lo que se conoce como cizallamiento), se puede generar un giro ascendente de aire: el corazón del tornado.
Pero si el planeta se calienta, ¿hay más energía disponible para que ocurran estos eventos? En teoría, sí. Aunque esa no es la única variable en juego.
Uno de los mayores enigmas es qué pasa con el cizallamiento del viento. Jeff Masters, meteorólogo de Yale Climate Connections, advierte que el calentamiento del Ártico está debilitando la corriente en chorro, un flujo de aire clave para que los tornados se formen. Menos cizallamiento podría significar menos tornados… o al menos, tornados distintos. La ciencia todavía no tiene una respuesta definitiva. Pero el escenario es complejo.
Tornados que cambian de lugar
Un dato que sí llama la atención: los tornados están migrando geográficamente. Un estudio de 2018 detectó que, desde 1979, estos eventos se desplazan más hacia el este de EE.UU., en dirección a estados densamente poblados como Kentucky y Arkansas.
¿Es el cambio climático? ¿O una variación natural? La duda persiste, pero las consecuencias son claras: tornados en zonas urbanas implican mayor riesgo y más impacto humano.
Además, otro estudio coescrito por Gensini sugiere que cada vez más tormentas individuales están produciendo tornados, lo cual podría estar relacionado con cambios en las llamadas superceldas, tormentas gigantes que generan granizo y tornados peligrosos.
No todo depende del clima. La forma en que vivimos también importa. El experto en riesgos climáticos Stephen Strader advierte que la proliferación de casas móviles en el sudeste estadounidense aumenta la exposición a los tornados. Una mejor anclaje al suelo podría salvar vidas.
Más tecnología, menos muertes
La buena noticia es que, aunque el clima cambia, la ciencia también avanza. La mortalidad por tornados disminuyó notablemente durante el último siglo, gracias a mejores pronósticos, sistemas de alerta temprana y tecnología meteorológica.
El cambio climático plantea nuevos desafíos, pero también abre la puerta a innovaciones que pueden marcar la diferencia.