Amou Haji no era un ermitaño cualquiera. Vivía en Dejgah, un pequeño pueblo del sur de Irán, donde su figura se volvió casi mítica. Durante más de seis décadas se negó rotundamente a bañarse. No por descuido, no por desinterés, sino por un profundo temor: creía que el agua podía enfermarlo o incluso matarlo.

🌍 Su decisión no fue caprichosa. Según relataron algunos vecinos, un trauma emocional lo llevó a rechazar toda forma de higiene y a aislarse del mundo. En ese aislamiento, Haji creó su propio universo: con reglas, temores y una lógica interna que muy pocos entendían, pero que él seguía a rajatabla.
👉 Su estilo de vida era extremo:
- Fumaba heces de animales con una pipa improvisada
- Comía carne podrida, especialmente de puercoespín
- Bebía agua contaminada, recolectada en un balde oxidado
- Y se decía que podía fumar cinco cigarrillos al mismo tiempo 😶🌫️

🌄 A pesar de lo insólito, Haji no era visto como un loco, sino como un personaje entrañable del pueblo. Su salud, curiosamente, se mantenía estable. Algunos médicos llegaron a estudiar su caso y descubrieron que tenía un sistema inmunológico inusualmente fuerte.
🎥 Su figura inspiró documentales, atrajo turistas y generó debates sobre el cuerpo, la limpieza y los límites de la vida moderna. Pero también obligó a reflexionar sobre cómo el dolor y los traumas pueden transformar para siempre la forma en que una persona vive, se protege… y se relaciona con el mundo.

🪦 En 2022, a los 94 años, murió. Pero lo inquietante fue el contexto: apenas unos meses antes, por presión de los aldeanos, accedió a bañarse por primera vez en décadas. Poco después, falleció.
🧠 ¿Casualidad o confirmación de su miedo más profundo?
📌 Curiosidad que pocos conocen: Investigadores que analizaron a Amou Haji encontraron que su piel había desarrollado una especie de microbioma protector único, que lo defendía de bacterias comunes. Literalmente, su mugre era su escudo biológico.