El día en que un capítulo de Pokémon provocó una epidemia de convulsiones en Japón

En diciembre de 1997, la serie animada Pokémon era una novedad absoluta y, al mismo tiempo, un fenómeno inesperado en Japón. Inspirada en un videojuego, la historia seguía las aventuras de Ash Ketchum, un chico de diez años apasionado por los pokemones —criaturas con habilidades especiales— que soñaba con convertirse en Maestro Pokémon. Su primer compañero era Pikachu, un pequeño personaje amarillo capaz de generar electricidad, que rápidamente se volvió un ícono mundial.

A diferencia de la actualidad, cuando los contenidos pueden verse en cualquier momento y lugar, en los años noventa la televisión abierta imponía horarios estrictos. Los episodios se emitían una sola vez y millones de personas los veían de manera simultánea. Esa condición fue clave para lo que ocurrió el viernes 16 de diciembre de 1997.

Esa tarde, hospitales de distintas ciudades japonesas comenzaron a recibir una cantidad inusual de niños con síntomas similares: ardor en los ojos, náuseas, espasmos musculares, convulsiones y, en algunos casos, pérdida de conciencia. En pocas horas, los casos superaron los 700. Padres y familiares estaban desconcertados: todos relataban que los chicos estaban mirando tranquilamente la televisión cuando comenzaron los ataques.

Los médicos detectaron rápidamente un elemento en común: todos los niños habían estado viendo el mismo programa, Pokémon, emitido por la cadena TV Tokyo. La coincidencia era tan llamativa como inquietante. Nunca antes un dibujo animado había provocado una reacción masiva de ese tipo.

La serie animada era una adaptación del exitoso videojuego creado por Satoshi Tajiri, desarrollado por Game Freak y distribuido por Nintendo. El animé había debutado el 1 de abril de 1997 y, para fin de año, contaba con millones de seguidores, en su mayoría niños.

El episodio en cuestión mostraba una escena de explosión con luces intermitentes rojas y azules que se alternaban de forma extremadamente rápida. Según testigos, fue exactamente en ese momento cuando comenzaron los primeros ataques. La secuencia duraba apenas cinco segundos, pero incluía 54 cambios de plano con alto contraste.

Esa misma noche, los noticieros reprodujeron el fragmento del episodio para ilustrar la noticia. Lejos de ayudar, la repetición provocó una segunda ola de casos. Para las diez de la noche, el número de afectados había aumentado considerablemente.

Horas antes, Hiroshi Uramoto, vocero de TV Tokyo, había anunciado la suspensión inmediata de la serie hasta esclarecer lo ocurrido. El primer ministro japonés, Ryutaro Hashimoto, ordenó una investigación oficial supervisada por el Estado. El impacto fue inmediato: las acciones de Nintendo cayeron un 1,5 % en las bolsas de Tokio y Osaka.

Días después, los especialistas llegaron a un diagnóstico concluyente: los niños habían sufrido ataques de epilepsia fotosensitiva, una condición poco frecuente en la que ciertos estímulos visuales —como luces intermitentes o patrones repetitivos— pueden desencadenar convulsiones. Se estima que este tipo de epilepsia afecta a 3 de cada 100 personas con la enfermedad, especialmente menores de edad, muchos de los cuales desconocen que la padecen.

Un mes más tarde, la revista Science Daily explicó que los cambios rápidos entre luz y oscuridad, combinados con colores intensos y contrastantes, pueden provocar una sobreestimulación de las neuronas, generando descargas eléctricas anormales en el cerebro.

El episodio 38 fue retirado de inmediato y nunca volvió a emitirse en su versión original. Aunque hoy puede encontrarse en internet, su velocidad fue reducida para evitar riesgos. El capítulo ya había sido doblado a varios idiomas, pero su emisión fue prohibida en Estados Unidos y Europa por organismos reguladores.

A pesar del escándalo, Pokémon sobrevivió. La serie continuó con nuevas pautas de seguridad visual y durante años incluyó advertencias al inicio de cada episodio recomendando ver la televisión con luz ambiente y a una distancia prudente.

Casi tres décadas después, Pokémon sigue siendo una de las franquicias más exitosas de la historia, con más de 25 temporadas, más de 1.300 episodios y presencia en 192 países. El episodio que enfermó a cientos de niños quedó como una advertencia única sobre el poder de la imagen y la influencia de la televisión.