1985. En una casa cualquiera, dos adolescentes se sientan en el patio trasero, beben, fuman y escuchan a todo volumen el disco “Stained Class” de Judas Priest. Al poco tiempo, uno se dispara con una escopeta en la cabeza. El otro sobrevive, aunque desfigurado. A los pocos años, ambas familias demandan a la banda de heavy metal. La acusación: inducción al suicidio por mensajes subliminales.
Lo que sigue es uno de los episodios más extraños, perturbadores y olvidados del cruce entre música, moral y justicia. Un juicio que intentó demostrar que el rock no solo podía corromper… sino matar.

⚖️ El juicio del metal: cuando la distorsión llegó a los tribunales
Ray Belknap (18) murió al instante. James Vance (20) sobrevivió, pero perdió parte del rostro. Ambos habían sido amigos inseparables, unidos por la música pesada, una juventud golpeada y el eco de una época en que el pánico moral se colaba por todas las rendijas.
En 1990, los padres de los jóvenes llevaron a Judas Priest —y a su discográfica CBS— a juicio. Su argumento: una frase oculta en la canción Better by You, Better than Me contenía el mensaje “Do it” (“Hazlo”), supuestamente perceptible a nivel subconsciente, que habría empujado a los chicos al suicidio.
🧠 ¿Mensaje subliminal o cacería de brujas?
El juicio se convirtió en un espectáculo mediático y técnico. Fueron convocados psicólogos, ingenieros de sonido y expertos en neurociencia para analizar si era posible que una banda pudiera, sin querer —o quizás queriendo—, inducir a alguien a quitarse la vida.
Judas Priest, lejos de escabullirse, asistió a todas las audiencias. Rob Halford, el vocalista, declaró con lágrimas en los ojos que la idea de inducir un suicidio era tan absurda como “intentar vender más discos matando a tus fans”.
Incluso reprodujo en el estrado versiones al revés de varias canciones, demostrando que cualquier cosa puede sonar satánica si uno quiere oírla así.

🪓 La sentencia que salvó (y marcó) al metal
El juez concluyó que no existía evidencia científica suficiente para probar que los mensajes subliminales hubieran sido insertados con intención o que tuvieran efecto directo sobre la conducta.
Judas Priest fue absuelto. Pero el caso dejó una marca imborrable: por primera vez, una banda de rock había sido juzgada como posible arma de manipulación psicológica.
Desde entonces, otras agrupaciones como Slayer, Marilyn Manson o Slipknot han sido blanco de acusaciones similares. Pero aquel juicio fue el primero… y el más simbólico.
🧠 Reflexión final: entre la distorsión y la responsabilidad
La tragedia de Belknap y Vance fue real. Pero también lo fue el uso político y mediático de su muerte, en una época donde el miedo a lo nuevo se disfrazaba de cruzada moral.
Juzgar al arte por los actos de quien lo escucha es como culpar a una película por los sueños que provoca. Y sin embargo, el intento ocurrió. Y estuvo cerca de salir mal.
Ese día, el heavy metal no solo fue acusado de hacer ruido, sino de destruir vidas. Pero resistió. Y siguió tocando.