Cary Grant, una de las grandes leyendas del cine clásico, no solo dejó su marca en la pantalla grande con películas inolvidables como “Luna nueva” y “Con la muerte en los talones”, sino que también protagonizó una cruzada poco conocida a favor del LSD. A finales de la década de 1950, el galán de Hollywood se convirtió en uno de los defensores más fervientes del uso terapéutico de esta sustancia, un movimiento que no solo afectó su vida personal, sino que también influyó en la élite de Hollywood.
La relación de Grant con el LSD comenzó en un momento de crisis personal. En medio de un matrimonio turbulento con la actriz Betsy Drake, quien luchaba por mantener una fachada de pareja ideal mientras el mundo del espectáculo ocultaba la homosexualidad de Grant, ambos encontraron en el ácido lisérgico una salida a sus problemas. Betsy, tras una recomendación, acudió al Instituto Psiquiátrico de Beverly Hills, donde el radiólogo Mortimer Hartman y el psiquiatra Arthur Chandler experimentaban con esta droga en sus pacientes. Los resultados positivos que obtuvo Drake pronto despertaron el interés de Grant, quien también comenzó a someterse a sesiones supervisadas.
UN CAMBIO RADICAL
Grant, tras su primera experiencia con el LSD, quedó profundamente impresionado. “Ha cambiado mi vida”, declaró el actor, quien comenzó a alabar públicamente los beneficios del ácido, asegurando que ayudaba a superar traumas y problemas emocionales. Sus declaraciones revolucionaron a Hollywood, donde estrellas como James Coburn, Jack Nicholson y Dennis Hopper comenzaron a experimentar con la sustancia, siguiendo el ejemplo de Grant.
El activismo de Grant no se limitó a las estrellas de cine. En sus entrevistas, alentaba a las amas de casa a utilizar el LSD de manera controlada para combatir la depresión y otros problemas emocionales, siempre bajo supervisión médica. Sin embargo, esta cruzada no estuvo exenta de controversias. En 1962, su matrimonio con Betsy Drake terminó en divorcio, y el Instituto Psiquiátrico de Beverly Hills fue clausurado después de que se descubriera que Hartman y Chandler atendían a sus pacientes bajo los efectos de la droga.
DE LA GLORIA A LA ESTIGMATIZACIÓN
A pesar de estos contratiempos, Grant no abandonó su defensa del LSD. Bajo la supervisión del psiquiatra Oscar Janiger, uno de los pioneros en la investigación del ácido, Grant continuó experimentando con la sustancia, llegando a documentar más de cien sesiones. Sin embargo, el auge de la contracultura y el uso recreativo desmedido del LSD en la década de 1960 llevaron a una estigmatización de la sustancia, que finalmente fue ilegalizada en 1966, el mismo año en que Grant se retiró del cine.
Hasta su muerte en 1986, Cary Grant siguió defendiendo los beneficios del LSD, recordando al mundo que, para él, esta sustancia fue mucho más que una droga: fue una herramienta que le permitió vivir una vida más plena y satisfactoria. Dato curioso: A pesar de su ferviente apoyo al LSD, Grant nunca fue parte activa del movimiento hippie, que popularizó el uso recreativo de la droga. Su enfoque siempre fue terapéutico y personal, buscando la superación de traumas y una mayor comprensión de sí mismo.