Una construcción deteriorada, mal ventilada y poco conservada puede esconder más que humedad o malos olores. Se trata de lo que se conoce como “edificio enfermo”, una denominación que engloba a estructuras que, por sus condiciones ambientales, generan malestar físico en quienes las habitan o trabajan allí.
Este síndrome, reconocido por la Organización Mundial de la Salud, es más común de lo que se cree, sobre todo en ciudades con parques edilicios antiguos, falta de mantenimiento o construcciones herméticas.
❌ ¿Qué características tiene un edificio enfermo?
Estos edificios suelen compartir varios elementos:
- Ventilación deficiente y forzada, con recirculación parcial del aire.
- Ventanas selladas, imposibilitando la renovación natural.
- Tomas de aire ubicadas en zonas inadecuadas.
- Superficies interiores revestidas en materiales textiles (alfombras, tapices, cortinas).
- Construcción ligera y de bajo costo.
El aire viciado que circula en estos espacios favorece la acumulación de contaminantes, y las personas que los habitan o trabajan allí presentan síntomas de forma reiterada, con una frecuencia mayor al 20%.
🚨 El síndrome del edificio enfermo: síntomas frecuentes
Quienes pasan varias horas en estos ambientes pueden desarrollar una variedad de síntomas conocidos como síndrome del edificio enfermo. Estos pueden aparecer de forma aislada o combinada, y suelen agravarse hacia el final del día:
- Irritación en ojos, nariz y garganta
- Sequedad en piel y mucosas
- Ronquera y dificultad para respirar
- Mareos, náuseas o vértigo
- Dolor de cabeza y fatiga mental
- Picazón y erupciones cutáneas
- Repetición de resfríos o infecciones respiratorias
En algunos casos, puede haber desarrollo de hipersensibilidad química múltiple, una afección crónica provocada por la exposición prolongada a bajas concentraciones de químicos.
🔬 ¿Qué causa estos síntomas?
Los contaminantes provienen tanto del interior como del exterior del edificio. Entre ellos:
- Contaminantes biológicos: bacterias, virus, hongos, ácaros.
- Materiales de construcción: como formaldehído, asbestos, fibras de vidrio y vapores orgánicos.
- Equipos y productos de oficina: correctores líquidos, ozono de fotocopiadoras, desodorantes ambientales, productos de limpieza.
- Fuentes humanas: el ser humano produce dióxido de carbono, vapor de agua y aerosoles biológicos al respirar.
- Contaminantes externos: humo de automóviles, dióxido de azufre, radón.
Además, la combinación de ciertos químicos puede tener efectos sinérgicos o adversos difíciles de prever, debido al escaso conocimiento que aún se tiene sobre sus interacciones.
🧭 ¿Qué hacer si vivís o trabajás en un edificio enfermo?
🔹 Lo ideal es mejorar la ventilación natural, permitir la apertura de ventanas o instalar sistemas de purificación de aire.
🔹 Evitar el uso excesivo de productos químicos y revisar el estado de equipos electrónicos que puedan emitir ozono.
🔹 Incorporar plantas purificadoras y reducir superficies textiles que acumulen polvo.
🔹 Buscar asesoramiento ambiental o técnico si los síntomas persisten o afectan a varias personas del entorno.
💬 “La salud ambiental no solo depende de lo que respiramos afuera. Lo que pasa dentro de nuestras casas, oficinas o escuelas también cuenta, y mucho”, advierten especialistas en medicina del trabajo.
El síndrome del edificio enfermo no es una metáfora: es un problema real que afecta la calidad de vida. Identificarlo es el primer paso para recuperar un entorno sano.