Descifran la historia evolutiva del olfato en mamíferos: por qué es un sentido clave para la supervivencia

Un equipo internacional de científicos logró reconstruir la evolución del sentido del olfato en los mamíferos —incluidos aquellos que desaparecieron hace millones de años— gracias a un análisis combinado de cráneos fósiles, genética y anatomía comparada. El estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), demuestra que el volumen del bulbo olfatorio registrado en el cráneo se correlaciona directamente con la cantidad de genes receptores olfativos que permanecen funcionales en cada especie.

Según el doctor Quentin Martínez, del Museo Estatal de Historia Natural de Stuttgart, esta relación abre una herramienta precisa para estimar la capacidad olfativa de animales extintos como las ballenas primitivas, los tigres dientes de sable o el tilacino. “Comprender cómo evolucionó el sentido del olfato nos da claves sobre el comportamiento y la ecología de los mamíferos a lo largo del tiempo”, explicó.

El olfato es un sentido crucial en la mayoría de los mamíferos: interviene en la búsqueda de alimento, la detección de depredadores y la comunicación social. Para estudiar cómo varió su desarrollo, los investigadores combinaron datos anatómicos obtenidos mediante tomografías computarizadas de cráneos —tanto actuales como fósiles— con información genética. Esta integración permitió establecer un método para reconstruir la capacidad olfativa incluso en especies que ya no pueden ser observadas en su ambiente natural.

El equipo analizó cráneos que abarcan una enorme diversidad de tamaños: desde la diminuta musaraña de diez gramos hasta el imponente elefante africano de sabana, de cinco toneladas. Según el paleontólogo Eli Amson, también del Museo de Stuttgart, escanear especímenes tan grandes implicó desafíos técnicos considerables: “Intentar escanear el cráneo de un elefante o una ballena puede ser toda una aventura”.

La investigación también incluyó mamíferos fósiles del Eoceno, como las ballenas primitivas, que conservaban bulbos olfatorios bien desarrollados, lo que indica un olfato muy agudo. En cambio, las ballenas dentadas actuales —como los delfines— han perdido gran parte de esa estructura a lo largo de la evolución. “Las ballenas primitivas del Eoceno probablemente poseían un olfato muy desarrollado”, señaló Martínez.

La clave del método radica en que la caja craneana ósea suele preservarse en excelentes condiciones en el registro fósil, permitiendo inferir la morfología del bulbo olfatorio incluso millones de años después. Vincular esta anatomía con información genética constituye un avance significativo en la reconstrucción de la evolución sensorial de los mamíferos. “Nuestro enfoque, desde el cerebro hasta los genes, nos permite comprender mejor cómo se desarrolló el olfato en los mamíferos”, concluyó Martínez.