De un dolor muscular a un diagnóstico devastador: la historia de Gracie Butler

Una molestia en la pierna que parecía algo pasajero cambió para siempre la vida de Gracie Butler. A los 18 años, la joven británica recibió un diagnóstico inesperado: sarcoma de células fusiformes, un cáncer óseo poco frecuente y agresivo.

Al inicio, los médicos atribuyeron el dolor a causas benignas. Primero fue diagnosticada con dolores musculares y luego con tendinitis. Ni la fisioterapia ni los tratamientos locales lograron aliviar la molestia. Todo se agravó tras una noche de fiesta, cuando Butler amaneció incapaz de caminar. En el hospital, una radiografía y una biopsia revelaron la verdadera causa: un tumor maligno.

“Mi familia y yo estábamos en shock. Ni siquiera hubo tiempo para congelar mis óvulos, lo que me dejó aturdida y asustada por el futuro”, contó Butler al Daily Mail. Según la Cleveland Clinic, este tipo de cáncer afecta principalmente los huesos largos como el fémur, la tibia o el húmero, y sus síntomas incluyen dolor, fracturas frecuentes, fatiga y malestar general.

El tratamiento comenzó de inmediato con la dosis más alta de quimioterapia disponible, apoyada por la organización Teenage Cancer Trust. Permaneció semanas hospitalizada y enfrentó infecciones severas y efectos secundarios intensos. A los cuatro meses se sometió a una cirugía pionera: los médicos extrajeron su tibia, la irradiaron para eliminar células cancerosas y la reimplantaron en su pierna con placas metálicas.

“Fue una cirugía revolucionaria. Pero el tratamiento posterior fue insoportable. La quimioterapia impedía la cicatrización de la herida y las infecciones la abrían cada vez más. Además, me quemaba la piel y me producía úlceras internas”, recordó.

La quimioterapia se suspendió temporalmente hasta que su organismo se recuperó. Luego pudo retomar el tratamiento, que se extendió seis meses. Aún así, debió atravesar sepsis, múltiples cirugías adicionales y un largo proceso de fisioterapia.

Contra todo pronóstico, Butler logró cumplir uno de sus mayores sueños: ser madre. En 2015, dio a luz a su hijo Roux, a quien llama su milagro. “Me dijeron que era poco probable tener hijos. Estoy agradecida de haberlo tenido y de poder pasar mi vida con él. Aprovecho cada día porque sé lo afortunada que soy”, compartió.

Hoy, 12 años después, Butler afirma que la enfermedad la transformó. “Aunque tener cáncer fue muy duro a una edad temprana, me formó como persona y estaré eternamente agradecida. Tengo recuerdos positivos de aquella etapa y sé que soy afortunada de estar aquí, de tener una pierna que funciona y un hermoso hijo”.