Las redes sociales han permitido que algunas personalidades construyan su fama desde cero, convirtiéndose en íconos de la cultura digital. Sin embargo, lo que las catapultó a la fama, en muchos casos, las etiquetó de forma que limitó su evolución. Pero hay ejemplos de figuras que han logrado trascender esas etiquetas, rompiendo con su imagen inicial y evolucionando tanto dentro como fuera de plataformas como Instagram o YouTube. Emma Chamberlain, Emily Ratajkowski, Matilda Djerf y Alice Campello son claros ejemplos de cómo se puede reinventar una imagen y llevarla a nuevas alturas.
Emma Chamberlain se consolidó como la “it girl” de la generación Z, conocida por su estilo descomplicado y su humor ácido. Sin embargo, con el tiempo, Chamberlain comenzó a sentir que su imagen de “chica de moda” ya no le representaba. “Es un poco tóxico. Si dejo de ser una chica sexy, me dicen que me volví fea”, confesó en una entrevista. Esta etiqueta, que la había acompañado durante años, comenzó a sentirse como una cárcel, impidiendo su evolución.
Lejos de abandonar las redes, Chamberlain optó por redefinir su presencia digital, expandiendo su marca personal a través de su podcast Anything Goes with Emma Chamberlain y su propia empresa, Chamberlain Coffee. La creadora de contenido no solo se alejó de la etiqueta, sino que empezó a construir una narrativa donde la autenticidad y el cambio eran la esencia.
Emily Ratajkowski, conocida por su impactante aparición en el videoclip de “Blurred Lines”, fue etiquetada rápidamente como un simple maniquí al servicio de la moda. Sin embargo, lejos de renegar de esta etiqueta, Ratajkowski la aprovechó. En su libro Mi Cuerpo (2021), la modelo y ahora actriz aborda temas como el patriarcado, el fetiche cultural de la belleza femenina y el consentimiento, transformando su imagen en un vehículo para discusiones más profundas sobre el feminismo y la industria del modelaje.

A través de su presencia en las pasarelas, Instagram y su podcast High Low with EmRata, Ratajkowski ha logrado expandir su imagen, convirtiéndose en una defensora del empoderamiento femenino. A pesar de los juicios constantes, la modelo ha sabido manejar las expectativas ajenas y usar su figura como un trampolín para otros proyectos más allá de su cuerpo.
Mientras Chamberlain y Ratajkowski redefinieron sus trayectorias al alejarse o aprovechar sus etiquetas, Matilda Djerf y Alice Campello siguieron otro camino: el de convertir su influencia digital en una sólida base empresarial.
Djerf, conocida por su estilo minimalista, fundó la marca Djerf Avenue en 2019. Con más de 2,8 millones de seguidores en Instagram, su perfil personal se fusionó con el de su marca, creando una relación de retroalimentación entre ambos. Aunque la influencer no fue la primera en crear su propia marca, sí fue pionera en asociar completamente su estilo con su empresa. Sin embargo, el éxito de Djerf no ha estado exento de controversias, como las acusaciones de abuso laboral dentro de su empresa.

Por otro lado, Alice Campello, que acumuló popularidad gracias a su relación con el futbolista Álvaro Morata, también supo aprovechar su vida personal para impulsar su marca de cosméticos naturales, Masqmai. A pesar de los orígenes de su fama, la italiana no solo capitalizó sus redes sociales para promover su empresa, sino que las usó como plataforma para compartir su vida personal, convirtiéndolas en el núcleo de su estrategia de marketing.
Estas cuatro personalidades demostraron que, aunque las redes sociales pueden encasillar a las personas, también ofrecen la oportunidad de romper esas barreras. Al saber cómo aprovechar su fama digital, lograron evolucionar, crear nuevas marcas y convertirse en figuras multifacéticas, más allá de los límites impuestos por su inicio en Internet.
