Cómo la inteligencia artificial empieza a “escuchar” el dolor: una revolución clínica en segundos

🧬 Durante décadas, el dolor fue una de las variables más difíciles de medir en la medicina. Subjetivo, cambiante, influido por la cultura, el género o incluso el color de piel, su evaluación dependía más del ojo clínico que de certezas objetivas. Pero eso empieza a cambiar. Hoy, gracias a la inteligencia artificial (IA) y sensores biométricos, el dolor puede medirse con precisión en solo segundos.

🏥 En residencias geriátricas, hospitales y quirófanos de distintos países, nuevas herramientas permiten detectar el sufrimiento incluso en pacientes que no pueden comunicarse, como personas con demencia, bebés o pacientes intubados. El impacto no es menor: menos sedantes, más empatía y decisiones médicas más acertadas.

🧠 Un ejemplo paradigmático es el PainChek, una app que analiza micromovimientos faciales con la cámara del celular y evalúa en tres segundos la intensidad del dolor. Ya fue aprobada en Australia, Reino Unido y Canadá. ¿El resultado? Se prescriben menos psicotrópicos, mejora el clima en las residencias, y se detecta dolor que antes pasaba desapercibido.

📉 En Escocia, su uso redujo un 42% las caídas de personas mayores. En Inglaterra, algunos pacientes que evitaban comer por dolor dental oculto, retomaron su alimentación habitual. Todo gracias a la detección temprana del sufrimiento que, antes, se confundía con “mal comportamiento”.

⚠️ Sin embargo, no todo es perfecto. La IA todavía puede confundir expresiones faciales (náuseas, miedo o dolor), y hay sesgos según el tono de piel. Además, muchos profesionales todavía prefieren su “ojo clínico” por sobre algoritmos. Pero expertos como Kreshnik Hoti, coinventor de PainChek, insisten en que la combinación entre IA y juicio humano es el camino más potente.

🍼 El futuro ya se está gestando: se prueba una versión de PainChek para bebés menores de un año, y otras empresas trabajan en sensores cutáneos, bandas de EEG y modelos de lenguaje que analizan notas médicas para detectar sufrimiento no verbalizado.

🔬 Como dijo Cheryl Baird, exdirectora de calidad de una red de geriátricos en Reino Unido:

“No adivinamos la presión arterial ni el oxígeno. ¿Por qué deberíamos adivinar el dolor?”


🧩 Curiosidad que pocos conocen: El Sistema de Codificación de Acciones Faciales (FACS) usado por estas IAs fue originalmente desarrollado en los años 70… ¡por un psicólogo que trabajaba con interrogatorios del FBI! Hoy, sus descubrimientos ayudan a que miles de pacientes dejen de sufrir en silencio.