El creciente impacto de los productos químicos presentes en los plásticos domésticos sobre la salud infantil ha motivado un llamado urgente de la comunidad científica internacional para limitar la exposición de los niños a estos materiales.
Así lo informaron expertos de NYU Langone Health, en Estados Unidos, en una revisión exhaustiva publicada en The Lancet Child & Adolescent Health.
“Los niños se enfrentan a una amenaza urgente debido a los peligros que representan los plásticos en el medio ambiente”, escribieron en la publicación. Y ampliaron: “Numerosas intervenciones, estudios de laboratorio y en humanos demuestran que las sustancias químicas utilizadas en su producción contribuyen a enfermedades crónicas en múltiples sistemas orgánicos y alteran la función hormonal. Además, la exposición a toxinas derivadas del plástico se asocia con resultados adversos en el nacimiento, afecciones metabólicas, enfermedades y discapacidades del neurodesarrollo, y afecciones reproductivas”.
Los autores —entre ellos, Leonardo Trasande, profesor de Pediatría en la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York, y Marina Olga Fernández, investigadora del CONICET en Buenos Aires— revisaron cientos de estudios recientes que documentan la relación entre la exposición a compuestos plásticos y el desarrollo de enfermedades crónicas.
El análisis se centra en tres grupos de sustancias: ftalatos (usados para flexibilizar plásticos), bisfenoles (que aportan rigidez) y sustancias perfluoroalquiladas (PFAS), que ayudan a los materiales a resistir el calor y repeler el agua.
Los resultados, que abarcan investigaciones con miles de madres embarazadas, fetos y niños, vinculan la exposición a estos compuestos con enfermedades cardíacas, obesidad, infertilidad, asma y alteraciones en el neurodesarrollo.
Según Trasande, “los hallazgos apuntan al papel del plástico en el origen temprano de muchas enfermedades crónicas que repercuten en la adolescencia y la adultez. Si queremos que los niños se mantengan sanos y vivan más tiempo, debemos tomarnos en serio la limitación del uso de estos materiales”.
Los expertos advierten que estas sustancias están presentes en envases de alimentos, cosméticos y recibos de papel. Cuando los plásticos se calientan, manipulan o degradan, liberan microplásticos y nanopartículas que pueden ser ingeridos. Estas partículas provocan inflamación en los tejidos y alteraciones hormonales que afectan múltiples sistemas fisiológicos.
Medidas de prevención
El informe propone estrategias prácticas para reducir la exposición en el hogar: sustituir recipientes plásticos por vidrio o acero inoxidable, y evitar su uso en microondas y lavavajillas. “Hay medidas seguras y sencillas que los padres pueden tomar para limitar la exposición de sus hijos al plástico sin gastar una fortuna”, afirmó Trasande.
Los autores también remarcan el rol de los profesionales de la salud pediátrica, que pueden orientar a las familias sobre alternativas seguras y económicas, así como participar en campañas comunitarias y globales para reducir el uso de plásticos.
La advertencia coincide con las negociaciones del Tratado Mundial sobre Plásticos de Naciones Unidas, donde más de 100 países han solicitado límites legalmente vinculantes a la producción de estos materiales. Trasande recordó que los costos sanitarios derivados de la exposición alcanzan unos USD 250.000 millones anuales solo en Estados Unidos.
Aunque los plásticos siguen siendo indispensables en la medicina pediátrica —por ejemplo, en respiradores o nebulizadores—, los investigadores subrayan la necesidad de reducir su uso innecesario en otros contextos para proteger la salud de las futuras generaciones.