China avanza a pasos agigantados en la revolución de las energías renovables con su colosal proyecto fotovoltaico en el desierto de Kubuqi. Con una extensión proyectada de 400 kilómetros de largo por 5 kilómetros de ancho, esta “Gran Muralla Solar” aspira a convertirse en el parque solar más grande del mundo, con una capacidad instalada de 100 GW para 2030.
Actualmente, el complejo tiene una capacidad operativa de 5,42 GW, suficiente para abastecer a entre 300.000 y 400.000 hogares. Sin embargo, el ambicioso objetivo final marca un récord difícil de superar en el sector.
El desierto de Kubuqi, antes conocido como el “mar de la muerte”, está experimentando una transformación ambiental significativa gracias a esta infraestructura. Investigadores han identificado que las sombras proyectadas por los paneles solares ayudan a retener la humedad, mejorando la calidad del suelo y favoreciendo el crecimiento de vegetación y biodiversidad en la región.
Además de los avances ecológicos, los paneles emplean tecnología bifacial y una innovadora cobertura de vidrio que extiende su vida útil de 25 a 30 años, diseñados para resistir las duras condiciones climáticas del desierto.
Aunque este proyecto es un hito en la transición energética global, China enfrenta el desafío de reducir su dependencia del carbón, que sigue siendo clave para cubrir su alta demanda interna. No obstante, con proyectos como Kubuqi, el país refuerza su liderazgo en energías renovables y da un paso firme hacia un futuro más limpio.