Brujería: el mito de barrer de noche que aún nos persigue

Aunque tengas el piso lleno de migas, más de una abuela te va a frenar: “¡no barras de noche!”. ¿De dónde viene esta creencia que mezcla pobreza, mala suerte y energía negativa? En tiempos donde todo se googlea, todavía hay cosas que seguimos creyendo con el cuerpo.


“No barras de noche” es mucho más que un consejo doméstico.
Es una frase que nos gritan desde la cocina, con escoba en mano y tono de advertencia. Un mandato popular que, aunque no sepas de dónde viene, seguro escuchaste. ¿Pero qué hay detrás de esa superstición? ¿Por qué algo tan cotidiano como limpiar se convierte en un acto casi maldito después del anochecer?

En muchas culturas latinoamericanas, barrer de noche está ligado a “espantar la buena suerte” o “echar la plata”. En otras, se cree que puede remover el alma de los muertos o alterar la armonía del hogar. Algunos relatos antiguos mencionan que las brujas barrían hacia afuera para enviar maldiciones. ¿Tradición oral, control social o miedo heredado?

En la santería y en prácticas afroamericanas, barrer tiene un poder simbólico: limpia, sí, pero también protege o maldice, según cómo se use. En el feng shui, se recomienda no barrer por la noche porque se cree que interrumpe el flujo de energía. En pueblos del norte argentino, aún hoy, se le pide permiso a la Pachamama antes de barrer el patio. Lo doméstico se vuelve espiritual.

Muchas de estas ideas se transmiten sin cuestionarlas. Se aprenden mirando: una madre que guarda la escoba después del atardecer, una vecina que se persigna si escucha barrer en la vereda de noche. Y aunque el tiempo pase, el cuerpo recuerda. Tal vez no lo creas, pero igual evitás hacerlo. Por si acaso.

Lo que barrés, lo que dejás

En lo simbólico, barrer es mover lo viejo, sacar lo estancado, hacer lugar. Pero de noche, cuando todo se aquieta, aparece el miedo al movimiento. Como si remover la tierra en la oscuridad pudiera despertar lo que duerme. Lo invisible. Lo que no queremos ver. ¿Qué representa realmente esa limpieza nocturna que tanto se prohíbe?

¿Seguimos creyendo o solo repetimos? Puede que hoy no creas en maldiciones ni en brujas. Que tengas una Roomba y te dé igual la hora. Pero si vivís con alguien mayor, probablemente te pidan que no lo hagas. Ahí, entre el escepticismo y la herencia, sigue viva la superstición. No porque temamos a la escoba, sino porque algo en nosotros todavía respeta lo que no entiende.

Entre mito y metáfora, algo queda: Tal vez ya no vivamos en casas de adobe, ni temamos a la magia negra. Pero esa idea de que hay momentos sagrados para el silencio, y otros para limpiar lo que duele, sigue resonando. Y sí, barrer de noche puede no traerte mala suerte. Pero también puede despertarte preguntas que preferías no levantar del suelo.