Brad Pitt y Troya: el punto de quiebre que lo llevó a reinventarse como actor

Del Olimpo de Hollywood al campo de batalla

A comienzos del nuevo milenio, Hollywood estaba fascinado con las epopeyas. Luego del fenómeno de Gladiador, los estudios apostaban fuerte por relatos clásicos cargados de acción, dramatismo y grandes presupuestos. Fue en ese contexto que “Troya” (2004) surgió como una superproducción ambiciosa, con locaciones descomunales, miles de extras y un elenco estelar.

Brad Pitt, entonces en la cima de su popularidad, fue convocado para interpretar a Aquiles, el guerrero griego por excelencia. Pero lo que prometía ser un proyecto consagratorio, se convirtió para él en una experiencia decisiva y, en cierto sentido, incómoda.


“No era el tipo de cine que yo quería hacer”

En una entrevista con The New York Times, Pitt confesó que aceptó el papel por obligación contractual, luego de bajarse de otro proyecto con el mismo estudio. Su análisis fue directo:

“Me pusieron en Troya. No es que haya sido doloroso, pero me di cuenta de que la forma en que se contaba la historia no era la que yo quería”.

Lo que más lo incomodó fue la mirada del director Wolfgang Petersen, a quien acusó de priorizar el espectáculo visual por sobre la profundidad dramática.

“No me dejaban salir del centro del plano, y eso me volvió loco”, recordó. Sentía que su personaje era tratado como un ícono visual, no como una figura compleja.


“Troya”, un éxito comercial con sabor a desencanto

A pesar de sus reparos, Troya fue un verdadero suceso. Recaudó más de 497 millones de dólares en todo el mundo, y quedó en la memoria colectiva como uno de los grandes títulos del cine épico de los 2000.

Con un presupuesto estimado de 175 millones, la película fue filmada en Malta y Cabo San Lucas, y reunió un elenco de lujo: Orlando Bloom, Eric Bana, Diane Kruger, Sean Bean, Peter O’Toole, entre otros.

Pero para Pitt, el precio artístico fue alto. La experiencia lo dejó con una certeza:

“Tomé la decisión de que solo iba a involucrarme en historias de calidad. Ese giro fue el que definió mi carrera durante la década siguiente”.


El renacimiento de Brad Pitt: menos músculo, más alma

La etapa post-Troya marcó un punto de inflexión. Primero llegaron los tanques (Sr. y Sra. Smith), pero luego el enfoque cambió radicalmente: Babel, El curioso caso de Benjamin Button, Moneyball, Tree of Life… Todas apuestas narrativas más riesgosas y profundas.

La madurez actoral se consolidó con su Oscar por “Once Upon a Time in Hollywood”, donde encarnó a Cliff Booth, un doble de riesgo taciturno y magnético, bajo la dirección de Quentin Tarantino.

Además, produjo películas clave de la última década: 12 Years a Slave, The Big Short, Moonlight, The Departed, entre muchas otras, desde su productora Plan B Entertainment.


¿Qué sigue para Brad Pitt?

Lejos de acomodarse, Pitt sigue buscando desafíos. En 2025 se estrenarán “F1”, un drama automovilístico dirigido por Joseph Kosinski, y “The Beast”, una película de acción y suspenso.

Hoy, Brad Pitt no solo es una figura consagrada, sino también un curador de historias. Aquel malestar que sintió al filmar Troya lo llevó a preguntarse qué tipo de actor quería ser. La respuesta lo convirtió en uno de los intérpretes y productores más respetados de su generación.