¿Te animás a ir al baño sin el celular? La pregunta parece simple, pero cada vez más personas se dan cuenta de que no pueden separarse de la pantalla ni por cinco minutos. Por eso, empezó a circular como hábito de salud mental el concepto de “baños offline”: entrar al baño sin llevar el teléfono. Una pausa real, mínima, pero poderosa.
Estudios del Journal of Behavioral Addictions confirman que el 90% de las personas lleva el celular al baño. Es uno de los momentos con mayor uso de redes sociales, especialmente scroll de TikTok, Twitter o reels de Instagram. ¿El problema? Ese tiempo ya no sirve ni para desconectar ni para pensar. Se transforma en otro momento más de consumo automático.
El “baño sin pantalla” no es un chiste: en redes se volvió un pequeño gesto de bienestar. Personas que dejan un libro, una revista o simplemente se sientan en silencio. El objetivo es cortar con la estimulación continua y reconectar con el presente. Suena básico, pero puede tener impacto en la forma en la que gestionamos ansiedad, atención y hasta creatividad.
Según la neurocientífica Susan Greenfield, el cerebro necesita espacios de aburrimiento para activar procesos de reflexión y creatividad. Incluso esos minutos en el baño pueden ser claves si dejamos de llenarlos con estímulos externos. El “baño sin celu” es entonces un acto simbólico, pero muy concreto, de recuperación del tiempo mental.