El inesperado triunfo de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos generó movimientos intensos en los mercados globales, particularmente en los países emergentes. Sin embargo, en un contexto donde muchas monedas de la región se depreciaron frente al dólar, Argentina resultó una excepción. Lejos de desvalorizarse, el peso argentino mantuvo estabilidad y el valor del dólar bajó, un comportamiento que contrasta con las caídas observadas en países como México, Brasil y Chile.
La razón de este fenómeno particular radica en la respuesta positiva del sector financiero local ante la posible mejora de condiciones para el pago de la deuda soberana. La victoria de Trump es vista, en el ámbito financiero, como una oportunidad para aliviar las tensiones relacionadas con los pagos de deuda de 2025. Esto permitió que los bonos argentinos subieran, disminuyendo el riesgo país en 63 puntos básicos, hasta ubicarse en 870, un logro relevante en la administración de Javier Milei.
Al mismo tiempo, mientras la mayoría de las monedas emergentes mostraron signos de vulnerabilidad, el sector financiero argentino celebró la fortaleza del peso y la estabilidad en los dólares financieros. A diferencia de otros países de la región, donde las preocupaciones por el proteccionismo del nuevo presidente estadounidense se reflejaron en depreciaciones, en Argentina la tranquilidad cambiaria ha sido posible gracias a expectativas de un flujo de dólares mayor, especialmente con la habilitación de retiros en dólares provenientes de blanqueos.

A nivel global, el triunfo de Trump generó un fortalecimiento del dólar, elevando su índice DXY a niveles no vistos desde agosto, un comportamiento que afecta en menor medida a Argentina dado el contexto actual. Por otro lado, el real brasileño y el peso chileno se depreciaron momentáneamente, mientras que en México la volatilidad del peso generó picos y caídas de valor en respuesta a la noticia.