Gonzalo Ariel Montiel quedó en la historia grande del fútbol. No sólo por ser uno de los campeones del mundo del seleccionado argentino en Qatar 2022, sino por haber sido uno de los héroes menos esperados, ejecutando -con personalidad- el penal que decretó el 4-2 en el desempate ante Francia, después del increíble 3-3 en los 120 minutos de una final no apta para cardíacos. Tuvo, a su modo, su revancha dentro de una final que, minutos antes de la definición, lo había marcado: con un codazo involuntario, pero sancionable al fin, cometió el penal que derivó en el tercer empate francés, cuando sólo faltaban dos minutos para el epílogo del suplementario.
El defensor de Sevilla, que brilló en el River de Marcelo Gallardo, ya había entrado en el equipo dirigido por Lionel Scaloni y anotado su penal en la definición 4-3 ante Países Bajos, en los cuartos de final de la Copa del Mundo. Ahora en la selección, antes en el club de Núñez, “Cachete” siempre ostentó coraje, predisposición y frialdad para hacerse cargo de las ejecuciones calientes de los penales. De hecho, en toda su carrera pateó diez penales, contando el de hoy ante Francia, y no falló ninguno.
Ante el arquero francés Hugo Lloris tomó seis pasos de distancia, corrió hacia la pelota y cruzó el derechazo a la red sin mirar al guardavalla del Tottenham inglés, que se arrojó hacia el otro lado. El mundo se detuvo. ¡La Argentina, por fin, pudo desahogarse después de tanto sufrimiento! Montiel se quitó la camiseta y se tapó el rostro, emocionado, incrédulo. Lautaro Martínez fue el primero en llegar a abrazarlo. Luego lo cubrieron todos, eufóricos, enloquecidos.
Montiel sabe lo que es afrontar con templanza las situaciones difíciles de su vida desde chico, tomando decisiones como adulto. “Viajaba todos los días desde Virrey del Pino, en González Catán, hasta Villa Martelli, donde se entrenaban las inferiores de River. Al principio me acompañó mi vieja, pero como trabajaba y debía pedir horas, me las arreglé para venir solo”, le contó el defensor a LA NACION, en agosto de 2018. ¿Qué edad tenía? “Diez años. Iba al colegio, después a entrenarme y llegaba de noche a casa… Todos los días. ¿Cómo era el viaje? Viajaba solito. Me tomaba el colectivo 620, una traffic hasta Liniers y de ahí el colectivo 28. Dos horas y media de ida y lo mismo de vuelta. Lo hice casi dos años, hasta que me cansé. Les dije a mis familiares que no aguantaba más y pedí vivir en la pensión de River. Extrañaba y los necesitaba, por más que me hacía el duro. Pero también valoraba y sabía que ahí había más que lo que tenía en casa”, llegó a confesar el defensor.
Montiel (25 años) se afianzó en el lateral derecho de River en el primer semestre de 2018 tras la lesión del paraguayo Jorge Moreira y se convirtió en el “bombero” de Gallardo, tal como lo definió el DT: jugó donde le pidieran, se transformó en una referencia emocional del equipo y ganó cuatro títulos: una Copa Argentina, dos Recopas Sudamericanas y, el más recordado, la Copa Libertadores 2018 frente a Boca, en Madrid. En agosto de 2021, tras un ciclo de tres años y medio en la primera división, dejó River y emigró a Europa: Sevilla lo incorporó a cambio de 8.500.000 euros. Hoy, en el día más importante de la vida de Montiel, el club español lo calificó en las redes sociales como “GonzaGOL MONTIEL”.
Aquellos que lo conocieron en las inferiores de River siempre destacaron su voz de mando, su personalidad dentro y fuera de la cancha. Y en este seleccionado volvió a hacer gala de ese espíritu combativo. Nahuel Molina fue la principal referencia de Scaloni para el puesto de lateral derecho, pero cuando le tocó entrar, Montiel intentó cumplir y lo hizo, aunque no con la solidez que hubiera pretendido. Sin embargo, en dos momentos sumamente valiosos, cuando los nervios pueden paralizar, como en las definiciones por penales, estuvo más que a la altura. El 18 de diciembre de 2022 quedará eternamente marcado como el día en el que la selección argentina sumó su tercera estrella mundial y Montiel, el muchacho de perfil bajo que nunca se esconde, asumió el compromiso de su vida con adultez, como cuando viajaba a los entrenamientos de River en colectivo y soñaba con triunfar. Lo hizo en la final de los Mundiales más electrizantes de la historia, nada menos.
Montiel y un gol para la historia
LA NACION