Chips que devuelven la vista, la voz y la esperanza: la nueva frontera de la medicina tecnológica

Los chips informáticos están revolucionando la medicina y abriendo caminos que hasta hace poco parecían ciencia ficción. Hoy, restaurar funciones como la visión o el habla mediante dispositivos implantados en el cuerpo ya es una realidad.

Un ejemplo conmovedor es el de Alice Charton, una mujer de 87 años que recuperó la capacidad de leer y escribir tras recibir un chip subretiniano de dos milímetros diseñado por la empresa de neurociencia Science Corp.. Este implante, conocido como PRIMA, transforma la luz infrarroja en impulsos eléctricos que el cerebro interpreta como imágenes. Publicado en el New England Journal of Medicine, el estudio demostró mejoras visuales en el 80% de los pacientes tratados con esta tecnología.

El avance marca un cambio de paradigma en el tratamiento de la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), una enfermedad que destruye lentamente la visión central. Según el doctor Frank Holz, jefe del Departamento de Oftalmología del Hospital Universitario de Bonn, “este implante redefine la restauración de la visión para pacientes con ceguera parcial”.

Pero la revolución no termina en los ojos. En paralelo, nuevos desarrollos de interfaces cerebro-computadora (BCI) permiten a personas con ELA o parálisis recuperar la capacidad de comunicarse. Un sistema publicado en Nature decodifica el habla interna —los pensamientos verbales— y los transforma en voz en tiempo real. Los usuarios activan el sistema mentalmente con una contraseña, garantizando privacidad y control sobre sus pensamientos.

Esta innovación logra reconocer hasta el 74% de las oraciones imaginadas, y abre una puerta inédita a la comunicación para quienes perdieron el habla. “Estamos más cerca que nunca de devolver a las personas una parte de sí mismas”, afirmó Sarah Wandelt, ingeniera del Instituto Feinstein de Investigación Médica.

La combinación entre neurociencia, biotecnología e inteligencia artificial está dando lugar a una medicina biohíbrida, donde los chips no solo reemplazan funciones perdidas, sino que se integran al cuerpo humano para restaurar autonomía, conexión y esperanza. El futuro de la salud, parece, ya late entre neuronas y circuitos.