Hace exactamente 20 años, el 6 de noviembre de 2005, cuatro ladrones sin experiencia perpetraron uno de los robos más impactantes del siglo en Estados Unidos. Sin disparos, sin heridos y sin un solo antecedente policial, se llevaron 7,4 millones de dólares de un almacén de la empresa Brinks, dentro del aeropuerto internacional de Miami. ¿El cerebro del plan? Karls Monzon, un cubano americano de clase trabajadora que sólo quería adoptar un hijo… y vio en el delito su única salida.

📺 Inspirado por películas y series, Monzon diseñó el golpe tras enterarse, casi de casualidad, que los vuelos de Lufthansa traían fortunas diariamente al aeropuerto. Su fuente fue Onelio Díaz, amigo suyo y guardia de seguridad en Brinks, quien le reveló detalles de seguridad tan precarios como alarmantes: puertas siempre abiertas, vigilancia relajada y millones de dólares entrando y saliendo sin mayor resguardo.
🏨 Desde una habitación del Hotel Hilton cercano al aeropuerto, Monzon empezó a observar los movimientos reales del dinero. Durante semanas estudió la rutina con mirada de guionista, hasta convencerse de que un asalto no solo era posible: era fácil.

🛻 El plan perfecto en acción
El 6 de noviembre, los cuatro asaltantes llegaron en dos camionetas Ford F450 robadas. Uno se quedó de campana, otro manejó la camioneta de escape, y Monzon junto a su tío político, “Pinky” Pereda, entraron encapuchados al depósito.
⚠️ Redujeron a los guardias y cargaron seis bolsas, aunque abandonaron una por el peso. En minutos, desaparecieron.
🔥 Las camionetas aparecieron luego incendiadas. No había huellas, ni ADN, ni cámaras. El FBI no tenía ni una pista, y la hipótesis inicial fue que se trataba de un grupo con vínculos mafiosos o experiencia militar.
👨👩👧 La banda era, literalmente, una familia
Lejos del estereotipo del crimen organizado, el grupo lo integraban el cuñado de Monzon, Jeffrey Boatwright, su tío Pinky, un compañero de trabajo y el propio Karls. Todos recibieron 1,6 millones de dólares.
💬 “Habíamos acordado no tocar el dinero por un buen tiempo. Y todos lo hicimos… menos Jeffrey”, recordaría años después Monzon. Su cuñado comenzó a gastar compulsivamente: drogas, alcohol, prostitutas. Y eso lo delató.
🎯 Secuestros, traición y la caída
El derroche de Boatwright llamó la atención… pero no de la policía, sino de otros delincuentes, que lo secuestraron. Tras ser liberado, fue secuestrado otra vez. En paralelo, Monzon lo buscó con un bate de béisbol, pero su esposa (hermana de Jeffrey) intercedió. Todo estalló cuando el mismo Jeffrey, seducido por la recompensa del FBI, denunció a su propia banda.
📞 Intervenciones telefónicas permitieron al FBI confirmar la historia. Monzon, presionado y con su familia en riesgo, confesó y delató a todos. Solo uno de los cómplices se negó a colaborar.

⚖️ Las condenas
- Karls Monzon: 17 años, pero por colaborar cumplió solo 6
- Onelio Díaz: 16 años
- Jeffrey Boatwright: 13 años
- Pinky Pereda: 11 años
- Roberto Pérez: 6 años
- Cinnamon (esposa de Monzon): 3 años, por no denunciar el hecho
💸 Solo se recuperó 1,2 millón de dólares. El resto nunca apareció.
🚚 ¿Qué fue de Monzon?
Karls y Cinnamon se separaron. Al salir de prisión, él volvió a su antigua vida, ahora como conductor de grúa. Vive solo, trabaja y mantiene el perfil bajo. En una entrevista años después, aseguró sin dudar:
“No me arrepiento de nada”.
🧐 Curiosidad que pocos conocen:
🎬 El robo de Miami fue tan cinematográfico que Netflix lo convirtió en uno de los episodios de su serie documental “Heist” (“Atracos”). Lo curioso es que muchos espectadores pensaron que era una ficción… hasta que Google les confirmó que no: fue real, audaz, casero y casi perfecto.
