🔥 Gritos, insultos, silbidos, banderas y canciones cargadas de bronca. El Estadio Monumental fue un verdadero termómetro del descontento en la caída de River ante Gimnasia por 1-0, un resultado que no solo profundiza la crisis deportiva del equipo, sino que enciende todas las alarmas de cara al Superclásico contra Boca del próximo domingo.
🏟️ La noche del domingo en Núñez tenía todo el marco para una fiesta, apenas horas después de las elecciones institucionales en las que Stefano Di Carlo se impuso como nuevo presidente del club. Pero el clima cambió rápidamente: el Lobo se llevó un triunfo histórico gracias a un gol de penal de Marcelo Torres y dejó a River sexto en su grupo y colgado del tercer puesto en la tabla anual, aferrado con lo justo al último lugar para la fase previa de la Copa Libertadores.
💬 Desde temprano, la hinchada empezó a marcar la cancha. Con el Monumental al 80% de su capacidad media hora antes del arranque, comenzaron a escucharse cánticos como “vamos River Plate, pongan huevo, no podés perder”. La previa también estuvo teñida de expectativa por el Superclásico, con varias canciones apuntando directamente a Boca.
📉 El desarrollo del partido fue una postal del declive reciente: River dominó la pelota, pero no tuvo ideas. El público explotó con cada error no forzado, con silbidos dirigidos especialmente a Paulo Díaz, Borja, Kevin Castaño, Galoppo y Nacho Fernández, entre otros. Los únicos que zafaron del repudio fueron Armani, Quintero, Marcos Acuña, Lautaro Rivero y el propio Gallardo, que todavía conserva cierto respaldo simbólico.
🚨 Pero la paciencia se agotó en la segunda mitad. Tras el penal sancionado a Portillo —confirmado por el VAR— y el gol de Gimnasia, los cánticos recrudecieron. “Pongan más huevo, pongan más corazón”, se escuchó con fuerza. Y cuando Gallardo sacó al juvenil Jaime, que había entrado en el primer tiempo, el desconcierto se multiplicó. En ese instante, el Monumental rugió con el clásico “Jugadores, la c… de su madre”.
📣 A medida que el reloj avanzaba, el ambiente se tornó irrespirable. “Que se vayan todos, que no quede, ni uno solo”, tronó desde las gradas antes del penal que Borja falló en tiempo de descuento. El gol que no fue terminó de desatar el enojo