Fatiga psíquica: el factor silencioso que dificulta dejar de fumar

El tabaquismo continúa siendo una de las principales causas prevenibles de enfermedad y muerte en el mundo. En los últimos meses, dos estudios internacionales aportaron datos clave sobre los obstáculos más comunes para abandonar el cigarrillo.

Uno de ellos, publicado en la revista científica Addiction por la Universidad Deakin de Australia, analizó a casi 2.000 exfumadores de Australia, Canadá, Inglaterra y Estados Unidos.
El trabajo reveló que la recaída no se debe tanto a la falta de voluntad o a la ansiedad por la nicotina, sino al agotamiento emocional sostenido que implica evitar el regreso al hábito.

Esta condición, conocida como fatiga de cesación psicológica, puede aumentar hasta un 64% el riesgo de volver a fumar, según los datos del estudio.


Qué dicen los especialistas

El médico neumonólogo y director médico de Grupo Omint, Sebastián Baquero (MN 101.611), explicó que “la fatiga post abandono del hábito tabáquico es un factor muy importante para predecir la recaída”.

“El estudio mostró que esta fatiga predice el riesgo por encima de las ganas de fumar o del tiempo que llevan sin hacerlo. Incluso supera variables como el uso de vapeo”, detalló.

Según Baquero, “los pacientes que se sienten más cansados luego de dejar de fumar tienen más probabilidad de volver al cigarrillo”. Por eso, recomienda alertar a quienes experimentan este cansancio para que busquen ayuda profesional de manera temprana.


La importancia de detectar la fatiga de cesación

El estudio también demostró que la fatiga psicológica es el único predictor independiente de recaída, incluso cuando se consideran otros factores.
Para Baquero, “el síndrome de fatiga post abstinencia —cuando el paciente se siente extremadamente cansado tras dejar de fumar— es determinante, y su detección podría mejorar los programas de salud que acompañan a los fumadores”.


Beneficios de dejar de fumar a cualquier edad

Pese al esfuerzo que demanda, los beneficios comienzan apenas se abandona el cigarrillo. A los 20 minutos, desciende la presión arterial y el ritmo cardíaco; a las 12 horas, los niveles de monóxido de carbono se normalizan; y entre las dos semanas y los tres meses, mejora la circulación y la capacidad pulmonar.

“Desde los primeros minutos el cuerpo empieza a recuperar funciones”, señaló Ana María Putruele (MN 55.966), jefa de Neumonología del Hospital de Clínicas.
“El gusto y el olfato mejoran, desaparece la tos y la respiración se vuelve más fácil.”

El cardiólogo Francisco Toscano (MN 95.358) sumó que “la calidad de vida mejora notablemente, incluso en los pequeños detalles cotidianos”.


Impacto en la salud cerebral

Un segundo estudio, publicado en The Lancet Healthy Longevity por investigadores del University College London, analizó a 9.436 personas mayores de 40 años.
Los resultados mostraron que quienes dejaron de fumar presentaron un deterioro cognitivo más lento durante los seis años posteriores al abandono del hábito.

La autora Mikaela Bloomberg concluyó que “nunca es demasiado tarde para dejar de fumar, también por el bien del cerebro”.


Más allá de la salud: beneficios sociales y económicos

Además de los efectos físicos, dejar el cigarrillo impacta positivamente en la imagen personal, el entorno social y la economía doméstica.
“El cigarrillo puede ser un obstáculo incluso para conseguir vivienda o integrarse laboralmente”, advirtió Putruele.
Toscano añadió que “un paquete diario representa miles de pesos mensuales. Dejar de fumar no solo alarga la vida, también permite ahorrar”.


Estrategias para sostener la abstinencia

Dejar de fumar rara vez se logra en un solo intento. “Es importante ver esos intentos como experiencias de aprendizaje, no como fracasos”, sostuvo Putruele.

Las estrategias más eficaces incluyen tratamientos farmacológicos, apoyo psicológico y seguimiento profesional.
El neumonólogo Alejandro Videla, del Hospital Austral, explicó que los métodos más utilizados son la terapia cognitivo-conductual, la medicación sustitutiva de nicotina y el bupropión.

Videla subrayó que “detectar la fatiga post abandono del tabaco y ofrecer contención temprana puede marcar la diferencia entre la recaída y el éxito del tratamiento”.