Jeff Bezos y la ambición infinita: cómo Amazon pasó de vender libros a dominar el mundo (¿y ahora qué?)

Seguramente viste esa foto: una oficina desordenada, un cartel de “Amazon.com” escrito a mano y un joven flacucho, con cara de nerd y sonrisa tímida. Esa imagen viral dio vuelta al mundo como el ejemplo perfecto del emprendedor hecho a sí mismo. Pero… ¿y si todo ese relato es apenas una parte de la historia?

💼 Muchos pensaron que Jeff Bezos había comenzado su imperio desde una cochera, con cero recursos, solo una computadora, una mesa hecha con una puerta y toneladas de ambición. Pero ese garaje no era exactamente una cochera humilde, y Bezos tampoco era un cualquiera sin recursos.

🚀 Porque lo cierto es que Jeff ya venía con una formación en Princeton, contactos financieros de peso, y sobre todo, con una visión. Y esa visión era clara: aprovechar el crecimiento explosivo de internet para meterse en un mercado aún virgen. La idea original: vender libros. Sencillo, pero brillante.

📚 Bezos eligió los libros por una razón estratégica: había millones de títulos, eran fáciles de enviar y los consumidores ya estaban acostumbrados a comprarlos. Así nació Amazon. Y el resto, bueno… es historia.

🧪 Pero esa historia no es solo de esfuerzo y mérito. Como bien reconoce el propio Jeff, sin el apoyo económico de sus padres, quienes invirtieron 300 mil dólares en su sueño, probablemente nada de esto hubiese ocurrido. Acá empieza a desmoronarse el mito del “hombre hecho a sí mismo”.

💻 En lugar de tener stock propio, Amazon funcionó bajo demanda: solo compraban un libro cuando alguien lo pedía. Así, sin gastar en inventario, comenzaron a escalar con eficiencia quirúrgica. Un modelo que les permitió crecer rápido y sin demasiado capital.

🌍 Amazon no se quedó en los libros. Con el tiempo, empezó a vender música, películas, electrodomésticos, comida, todo. El cliente estaba en el centro de cada decisión, y eso generó algo clave en el comercio digital: confianza.

💰 En menos de un año, la empresa generaba 15 millones de dólares en ingresos. Jeff no gastaba en publicidad, su éxito era boca a boca. Y entonces, en 1997, el gran salto: Amazon comenzó a cotizar en bolsa.

📈 Con los millones de la bolsa, Amazon no solo expandió su catálogo, sino también su infraestructura. Aparecen los primeros centros logísticos, luego los primeros experimentos con inteligencia artificial, y después, la obsesión: la automatización.

🤖 Jeff apostó fuerte a los robots. Compró Kiva Systems, llenó sus depósitos de máquinas que no piden descanso, no van al baño y no hacen huelgas. Una eficiencia brutal que empezó a levantar críticas.

💥 La historia se pone oscura. Amazon comienza a ser acusada de prácticas monopólicas: copiar productos exitosos de terceros, venderlos más baratos y enterrarlos en sus propias búsquedas. Así fue como se tragaron a Diapers.com, entre otros.

🛒 Amazon Prime, Alexa, Whole Foods, Kindle, Amazon Go, y hasta el Washington Post. Jeff Bezos no construyó una tienda. Construyó un ecosistema que se metió en tu casa, en tu heladera, en tu celular y hasta en tus pensamientos. Y eso, para muchos, es inquietante.

📉 Pero la automatización tiene otra cara: la pérdida de empleos. Amazon es una de las empresas que más personas emplea en el mundo, pero también una de las que más robots utiliza. Y esto podría llevar a algo mucho más grave: el colapso de la demanda agregada.

🧠 El razonamiento es simple y brutal: si Amazon reemplaza a los trabajadores con máquinas, ¿quién va a tener dinero para comprar sus productos? Esta paradoja podría devorarse a sí misma, como una serpiente hambrienta.