La contaminación del aire, en la mira como factor de riesgo para el Parkinson

El aumento sostenido de la enfermedad de Parkinson en las últimas décadas despertó la atención de la ciencia. Entre los factores ambientales que podrían influir en su desarrollo, la contaminación del aire aparece como un posible detonante clave.

📌 Según la American Brain Foundation, la incidencia del Parkinson se duplicó en los últimos 25 años y se espera que vuelva a duplicarse para 2050. En ese mismo período, la discapacidad asociada a la enfermedad creció un 80% y las muertes vinculadas aumentaron un 100%.

🧠 Los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU. (NIH) definen el Parkinson como un trastorno cerebral caracterizado por temblores, rigidez, dificultades en el equilibrio y la coordinación. Aunque la genética cumple un papel importante, muchos expertos sostienen que la exposición a toxinas ambientales, pesticidas y metales pesados podría aumentar el riesgo de desarrollar la enfermedad.

🌍 En los últimos años, investigaciones señalaron un vínculo directo entre la exposición a partículas finas de contaminación (PM2.5) y el Parkinson. Un estudio publicado en JAMA Network Open reveló que la exposición a estas partículas incrementa un 23% la probabilidad de desarrollar la enfermedad, un riesgo aún mayor en zonas metropolitanas. Además, el dióxido de nitrógeno (NO₂) aumenta la posibilidad en un 13%.

⚠️ Entre pacientes ya diagnosticados, una mayor exposición a PM2.5 eleva en un 42% el riesgo de movimientos involuntarios (discinesias). Estas evidencias llevaron a que la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. reduzca en 2024 los límites permitidos de contaminación.

🔬 Otro estudio, publicado en Neurology, analizó datos de casi 22 millones de personas en EE.UU. y confirmó que quienes viven en áreas con mayor polución tienen hasta un 56% más de riesgo de desarrollar Parkinson. El riesgo varía según la composición de las partículas contaminantes, más tóxicas en zonas con tráfico intenso e industrias.

💡 Para los especialistas, estas investigaciones subrayan la importancia de considerar la contaminación atmosférica dentro del conjunto de factores que podrían prevenir o retrasar la aparición del Parkinson.