Educación financiera en Argentina: el desafío pendiente para mejorar la calidad de vida

La educación financiera es hoy un recurso indispensable para afrontar un contexto económico desafiante. Sin embargo, en Argentina el conocimiento sigue siendo limitado: apenas entre el 12% y el 18% de la población comprende conceptos básicos como interés compuesto o retorno de inversión, lo que ubica al país en el puesto 37 de 39 en un ranking global elaborado por el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y el Banco Central (BCRA).


Un déficit estructural

La falta de formación financiera se traduce en endeudamiento crónico, gastos sin planificación y dificultades para sostener un ahorro. Como explica Maximiliano Leguizamo, fundador de Taller de Inversiones:

“La educación financiera no significa únicamente aprender a invertir en la Bolsa. Se trata de entender cómo administrar los ingresos, optimizar el ahorro y tomar decisiones estratégicas para alcanzar estabilidad económica”.

La especialista Elena Alonso coincide y vincula el problema con la cultura inflacionaria del país:

“La inflación en Argentina ha hecho que las personas piensen siempre en gastarla, en que no conviene tenerla. Lo importante es cambiar la mirada del corto al largo plazo”.


Iniciativas públicas y privadas

El Banco Central impulsa programas como La Educación Financiera en el Aula, que entre 2020 y 2024 capacitó a más de 20.000 docentes e impactó en más de 1.300.000 estudiantes. También el Banco Ciudad con Finanzas para Crecer y entidades como Santander Río o Brubank desarrollan contenidos digitales, guías y talleres prácticos.

En paralelo, provincias como La Rioja dieron un paso histórico: en 2025 aprobaron una ley que incorporó la educación financiera de forma obligatoria en todas las instituciones educativas. La norma abarca desde conceptos básicos de presupuesto hasta prevención de fraudes digitales.


Herramientas para la vida cotidiana

Los especialistas coinciden en que la clave es trasladar la teoría a la práctica. Armar un presupuesto, identificar gastos fijos y variables, registrar ingresos y aplicar la regla del 50-30-20 (50% necesidades, 30% deseos, 20% ahorro) son estrategias concretas que pueden marcar una diferencia.

El ahorro, plantean, debe ser tratado como un gasto fijo: apartarlo a comienzos de mes antes de destinar el dinero a otros usos. Además, fomentar el consumo responsable y aprovechar las aplicaciones digitales que categorizan gastos son recursos simples que fortalecen la salud financiera.


El desafío por delante

Aunque Argentina muestra rezago en comparación con otros países, las experiencias recientes evidencian un camino de avance. El reto central está en coordinar esfuerzos entre Estado, escuelas, entidades financieras y sector privado para cerrar la brecha y garantizar que cada persona, sin importar su edad o nivel de ingresos, cuente con herramientas para tomar decisiones informadas, evitar el sobreendeudamiento y proyectar un futuro más estable.