📱 Algunos brillan detrás de la pantalla como si fueran el alma de la fiesta: chistes rápidos, emojis estratégicos, audios con tono perfecto. Pero cuando llega la hora de verse cara a cara… la chispa parece apagarse.
💬 A este fenómeno se lo conoce como ser “textrovertido”. Son personas que, por mensaje, se muestran divertidas, ingeniosas y desinhibidas, pero que en persona pueden ser mucho más reservadas, tímidas o incluso incómodas.
🖊️ La explicación es simple: al escribir, tienen el tiempo de pensar qué decir, borrar lo que no les convence y elegir las palabras (y emojis) que mejor transmitan lo que sienten. En una charla en vivo, en cambio, la presión del momento y la necesidad de reaccionar al instante pueden jugarles en contra.
📲 Para muchos, esta forma de comunicarse es liberadora. Les permite abrirse emocionalmente, expresar afecto o incluso iniciar conversaciones que jamás se animarían a sostener frente a frente. Pero también tiene sus riesgos: puede crear una “personalidad digital” que no siempre encaja con la realidad, y eso complica las relaciones cuando la interacción pasa al plano físico.
😅 Los psicólogos señalan que el “textrovertido” no es un caso aislado, sino una consecuencia de la vida hiperconectada. Las redes sociales y las apps de mensajería han cambiado la forma en que construimos vínculos y, en algunos casos, hasta la manera en que nos percibimos a nosotros mismos.
🧐 Curiosidad: el término “textrovertido” surgió en foros de internet hace poco más de una década y se popularizó primero en comunidades adolescentes de Estados Unidos antes de llegar al resto del mundo. Hoy, incluso algunos terapeutas lo usan para describir un patrón de conducta común en las generaciones más jóvenes.