😨 Despertar en plena madrugada con gritos, llanto o una sensación intensa de miedo es una experiencia que puede dejar huella. Los terrores nocturnos, más comunes en la infancia pero también presentes en adultos, son episodios bruscos que ocurren en las fases más profundas del sueño.
🛏️ Durante un episodio, la persona puede sentarse de golpe, abrir los ojos con expresión de pánico, sudar, respirar rápido y hasta caminar sin despertar del todo. Lo llamativo es que, al día siguiente, generalmente no recuerda nada.
💤 A diferencia de las pesadillas —que suceden en la segunda mitad de la noche y se recuerdan al despertar— los terrores nocturnos aparecen en el primer tercio de la noche y dejan la mente en blanco. A menudo se combinan con parasomnias como el sonambulismo, aumentando el riesgo de accidentes en el hogar.
⚠️ Estrés, falta de sueño, fiebre, cambios bruscos en la rutina, predisposición genética o enfermedades como la apnea del sueño son factores que pueden disparar estos episodios. En adultos, también influyen el consumo de alcohol o trastornos del ánimo como ansiedad o depresión.
👩⚕️ Aunque en la mayoría de los casos son benignos y desaparecen con la edad, es importante asegurar un entorno seguro, reducir fuentes de estrés y consultar con un especialista si son recurrentes o generan problemas diarios. En situaciones puntuales, el médico puede indicar medicación o estudios como el electroencefalograma para descartar otras causas.
💡 La clave está en la observación y la intervención temprana: conocer este fenómeno ayuda a mitigar su impacto y a mejorar la calidad del descanso de toda la familia.