El legendario luchador falleció a los 71 años tras sufrir un paro cardíaco. Su legado va más allá del ring: transformó la lucha libre en cultura pop global.
Terry Gene Bollea, más conocido como Hulk Hogan, murió este jueves a los 71 años en su casa de Clearwater, Florida, tras un presunto paro cardíaco. Equipos médicos y policiales acudieron al lugar en la mañana, según informó TMZ Sports. El ídolo de la WWE fue trasladado en camilla al hospital, pero no logró sobrevivir.
En las últimas semanas, su salud había sido objeto de rumores, sobre todo tras una cirugía de cuello realizada en mayo. Su esposa, Sky Hogan, había desmentido públicamente que estuviera en coma, afirmando que tenía un “corazón fuerte” y que se recuperaba de múltiples intervenciones.
Hogan no solo fue un referente en el cuadrilátero, sino que cambió para siempre el mundo del entretenimiento deportivo. Convirtió la lucha libre en un fenómeno global durante los años 80 y 90, gracias a su carisma, su imagen inconfundible y frases como “Whatcha gonna do when Hulkamania runs wild on you?”. Fue parte clave de la expansión de la WWE, y en 1996 dio un giro inesperado al crear la facción NWO y convertirse en “Hollywood Hulk Hogan”.
Además de ser incluido (y luego reincorporado) al Salón de la Fama de la WWE, Hogan fue figura del cine y la televisión: participó en “Rocky III”, protagonizó películas como “Suburban Commando” y condujo el reality show “Hogan Knows Best”.
En sus últimos años, convivió con secuelas físicas graves por su carrera. “No tengo ninguna parte original del cuerpo”, confesó en una entrevista. Aun así, seguía activo: había lanzado una liga de lucha amateur (Real American Freestyle) y apareció en la Convención Nacional Republicana de 2024, desatando la ovación del público.
Hulk Hogan fue más que un luchador. Fue una figura de culto, un showman imbatible y uno de los íconos más reconocidos del siglo XX. Su muerte marca el fin de una era dorada de la lucha libre.