Bob Paris: el culturista perfecto que eligió la verdad antes que la gloria

En los años 80, cuando los gimnasios rebosaban de jóvenes queriendo parecerse a Conan y Arnold Schwarzenegger era un dios del músculo, surgió una figura distinta. Medía 1,83 metros, tenía un físico impecable, líneas clásicas y una calma casi zen: Bob Paris, apodado The Flawless Marvel (“la maravilla sin fallas”).

Su estética superaba para muchos a la de leyendas como Steve Reeves o Frank Zane. Pero su mayor legado no fueron títulos ni bíceps de mármol, sino un gesto de valentía: en pleno esplendor, Bob Paris se declaró públicamente gay, en un mundo donde eso equivalía a perderlo todo.


👶 De niño artístico a estrella del hierro

Bob Paris nació en Indiana en 1959, en una familia atravesada por silencios y divorcios. En la secundaria jugó básquet, fútbol americano y hasta actuó en teatro. “Era un niño artístico que practicaba deportes porque se esperaba de mí”, recordaba.

Su romance con las pesas fue casi accidental: a los 17, descubrió una vieja máquina en el sótano de su escuela y, poco después, una revista con Arnold en la portada. “Fue como un llamado”, dijo.

A los 25, su físico ya decoraba revistas y pósters. Ganó Mr. América y Mr. Universo en 1983 y se ubicó entre los mejores del prestigioso Mr. Olympia. La prensa lo celebraba como el molde ideal del hombre: músculos gigantes, sonrisa de estrella de cine y un aura de perfección.


⚔️ El precio del secreto

Pero la perfección pesaba. En privado, había asumido su homosexualidad a los 21 y exploraba bares y relaciones. En público, la consigna era callar. “Nunca inventé novias, pero todos coincidían en que debía ocultarlo”, recordó.

La ropa, incluso, se volvió símbolo de esa incomodidad: camisas imposibles de tallar y jeans ajustados a la fuerza. En sus palabras: “Nada me quedaba bien”.

El culturismo lo salvó de la desesperación juvenil. Pero también fue una prisión donde la perfección ocultaba al verdadero Bob.


🌈 Salir del clóset y perderlo todo

En julio de 1989, Bob rompió las reglas y, en una entrevista con Iron Man Magazine, declaró: “Soy gay”. Fue el primer atleta profesional activo en hacerlo.

La reacción fue brutal: perdió contratos, patrocinios y fue amenazado de muerte. “El 80% de mi negocio desapareció”, dijo. Pero también recibió entre 20.000 y 30.000 cartas de apoyo, lo que lo impulsó a volverse activista.

En paralelo, se comprometió con su pareja de entonces, Rod Jackson, convirtiéndose en símbolo del incipiente matrimonio igualitario. Tras siete años se separaron: “Sentía que estaría defraudando la causa si lo dejaba, pero no éramos compatibles”.


🎭 Del escenario del músculo al del teatro

El auge de los esteroides y la obsesión extrema por cuerpos imposibles lo alejaron del culturismo. En 1991 se retiró para dedicarse a la actuación y la escritura. Publicó nueve libros y estudió teatro en Nueva York.

En 1996 conoció a Brian LeFurgey. Se casaron en Canadá en 2003, cuando se legalizó el matrimonio igualitario. “Sanó una herida profunda en mi alma”, dijo.

Hoy, retirado del músculo extremo, sigue entrenando por placer y reivindica su autenticidad. “Antes de Brian, mi vida era como un túnel raro. Hoy es mucho más auténtica”, resumió.


🏆 El hombre que se atrevió a ser él mismo

Bob Paris no ganó siete Mr. Olympia como Arnold. Pero consiguió algo más difícil: ser él mismo, cuando eso costaba demasiado. Y quedar en la memoria como alguien que puso la verdad por encima de la fama.