El mito del amor eterno en los pingüinos azules se cae: una de cada cuatro parejas se separa cada año

Un extenso estudio realizado durante doce años por investigadores de Monash University, en Phillip Island (Australia), derribó la idea de que los pingüinos azules (Eudyptula minor) representan la fidelidad perpetua. Según los datos, publicados en enero de 2025 en la revista Ecology and Evolution, el 25% de las parejas se separa al terminar cada temporada reproductiva, lo que repercute negativamente en el éxito reproductivo de la colonia.

La investigación analizó una población de entre 30.000 y 40.000 ejemplares y reveló que los pingüinos tienden a cambiar de pareja si tuvieron una cría fallida. Esta conducta, aunque puede parecer estratégica, tiene un alto costo social: se invierte más tiempo en cortejar, hay menor coordinación para cuidar el nido y aumentan las posibilidades de abandono de huevos o polluelos.

Cuando las tasas de separación son bajas, nacen más crías y sobreviven en mayor número. En cambio, los años con más rupturas coinciden con una baja en la producción y supervivencia de los polluelos. El equipo liderado por Matthew Simpson concluyó que la estabilidad de las parejas influye más en el éxito reproductivo que las condiciones ambientales, como la temperatura del mar o los índices de oscilación climática.

Además, el estudio analizó los comportamientos alimentarios de los pingüinos durante las etapas reproductivas. Se determinó que los viajes largos durante la incubación y los cortos tras el nacimiento de las crías son claves para alimentarlas eficazmente. Sin embargo, estas adaptaciones no logran contrarrestar el impacto de una alta tasa de divorcios en la colonia.

Una de las grandes contribuciones del estudio es la propuesta de utilizar la tasa de separación como un “termómetro social” para medir la salud reproductiva de la especie. Esta métrica, fácil de monitorear mediante identificación individual, puede anticipar situaciones de estrés ambiental o escasez de recursos antes de que se reflejen en otras variables más difíciles de captar.

Este hallazgo invita a repensar nuestra visión romántica sobre la vida animal. Aunque los pingüinos azules no practican una monogamia inquebrantable, sus decisiones de pareja responden a una lógica adaptativa. Observar estas dinámicas puede resultar clave para garantizar la supervivencia de la especie en un contexto de cambio climático y transformación de los ecosistemas marinos.