Ansiedad financiera: cuando ahorrar también estresa

¿Gastar en una salida con amigos o dejar esa plata “guardada” para el futuro? La generación que más se informa sobre finanzas es también la que más culpa siente por no saber qué hacer con su plata.


Guardar el ticket, abrir la app del banco, ver cuánto queda. El sueldo no llegó ni a mitad de mes y ya hay una alarma encendida. ¿Estoy gastando mucho? ¿Debería recortar salidas? ¿Y si me enfermo? ¿Y si no llego? ¿Y si nunca llego?

La ansiedad financiera es una sensación cada vez más compartida entre jóvenes que, aunque saben más que nunca sobre términos como “plazo fijo”, “dólar MEP” o “fondo común de inversión”, se sienten atrapados en una especie de limbo económico: saben que hay que cuidar la plata, pero también saben que ahorrar en serio, en este contexto, parece una utopía.

En TikTok, los videos sobre “culpa por gastar en delivery” o “cosas que no deberías comprar si querés ahorrar” tienen miles de comentarios. Algunos se ríen, otros confiesan que ya no pueden disfrutar ni una salida sin pensar en la tarjeta. Se instaló un concepto que parece contradictorio pero tiene mucho sentido: el ahorrar también cansa.

La trampa del “futuro ideal”: Gran parte de esta ansiedad viene de una imagen: la del joven adulto organizado, con agenda financiera, inversiones pequeñas y metas claras. La comparación con esa idea —que muchas veces se alimenta en redes, entre consejos de influencers de finanzas— genera presión constante.

Hay quienes sienten culpa por irse de viaje. Otros por comprarse algo “innecesario”. Y están quienes no llegan a ahorrar nada y sienten que van en retroceso, aunque estén sobreviviendo a la inflación, el desempleo y el estrés diario.

“Gasté $8.000 en una picada, ¿está mal?” “Me compré una crema que me gusta pero ahora me da culpa.” “Fui al psicólogo y siento que no debería pagar eso teniendo deudas.” Comentarios así aparecen a diario en redes sociales. La ansiedad financiera no es solo tener deudas o vivir con lo justo: es también la sensación de que cada pequeña elección económica define tu vida entera.

Es difícil disfrutar algo si mientras lo hacés ya estás pensando en la consecuencia. Se vive como un loop: te das un gusto, te estresás, te prometés ahorrar, no lo lográs, y otra vez culpa.

No hay receta mágica, pero sí algunos puntos de partida. Uno es entender que la estabilidad económica no es un punto de llegada único: es un camino. Y que en ese camino, a veces, comprarte un café o hacer terapia también son inversiones.

También es clave hablar del tema sin vergüenza. En redes, los hilos y videos donde la gente cuenta sus decisiones económicas reales, sin maquillaje, generan alivio. Nos devuelven un poco de humanidad en medio de tanto Excel mental.

Los memes sobre gastar todo en Mercado Libre o sobrevivir a mate y pan con manteca no solo son graciosos. Son una forma de contar que algo está pasando. Una generación que habla, ríe y se angustia por la plata está pidiendo algo más que tips de ahorro: quiere dejar de sentir que todo es culpa.