¿Alguna vez te emocionaste hasta las lágrimas con una canción sin entender bien por qué? Un nuevo estudio científico sugiere que ese estremecimiento podría no ser casual, ni únicamente cultural: podría estar escrito en tu ADN. Investigadores de distintos centros europeos, entre ellos el prestigioso Instituto Max Planck, analizaron a más de 9.000 gemelos para intentar responder una pregunta fascinante: ¿es el disfrute musical, al menos en parte, hereditario?

🔎 Los científicos estudiaron múltiples variables: desde el placer autoinformado al escuchar música, hasta la percepción del tono, ritmo y melodía, e incluso la sensibilidad general a la recompensa. El hallazgo fue impactante: más del 50% de la variabilidad en la capacidad de disfrutar la música podría explicarse por diferencias genéticas entre personas.
🧠 Giacomo Bignardi, primer autor del trabajo y doctorando del Instituto Max Planck de Psicolingüística, explicó: “Comprender cómo las experiencias se vuelven placenteras puede ofrecer una nueva perspectiva sobre la mente humana”. En otras palabras, estudiar por qué nos gusta la música puede ayudar a entender por qué disfrutamos cualquier otra cosa.
🎵 Publicado en la revista Nature, el estudio reveló que la sensibilidad a la recompensa musical tiene una heredabilidad del 54%, de los cuales un 70% es independiente de otras habilidades musicales o de la búsqueda de recompensas en general. Esto quiere decir que los genes que nos predisponen a disfrutar la música no son necesariamente los mismos que nos hacen buenos músicos, ni tampoco los que nos vuelven propensos a buscar placer en otras áreas.
👫 ¿Por qué gemelos? Porque al comparar gemelos idénticos (que comparten el 100% de sus genes) con gemelos fraternos (que comparten el 50%), se pueden estimar con bastante precisión los componentes genéticos frente a los ambientales. Este diseño es una de las herramientas más utilizadas para desentrañar qué tanto de nuestras preferencias, habilidades o comportamientos vienen “de fábrica”.
🧩 Otro hallazgo relevante fue que las facetas del disfrute musical —como moverse con el ritmo, emocionarse con una melodía, o disfrutar de cantar con otros— tienen huellas genéticas distintas. Es decir, no hay un único “gen de la música”, sino múltiples combinaciones genéticas que inciden en cómo la vivimos.
🌍 Para los autores, esto también ayuda a entender por qué la música es un fenómeno universal que aparece en todas las culturas humanas conocidas. “La música puede evocar un placer intenso y emociones diversas. Esta atracción por la música siempre se ha considerado algo misteriosa, pero ahora entendemos mejor qué la vuelve tan poderosa”, señalaron en el estudio.
💡 A futuro, los investigadores planean explorar cómo las diferencias genéticas interactúan con estructuras cerebrales específicas para moldear la experiencia musical. En criollo: están buscando entender qué conexiones neuronales se activan en quienes gozan intensamente la música y si eso también está en los genes.
🎧 Curiosidad para melómanos: Uno de los primeros estudios que vinculó la música con el cerebro fue realizado en 1973 por el neurólogo Oliver Sacks, quien describió casos de personas que recuperaban recuerdos perdidos o emociones intensas al escuchar canciones específicas. Desde entonces, la ciencia viene mostrando que la música no solo entretiene: literalmente moldea y estimula nuestro cerebro. ¡Y ahora parece que hasta heredamos parte de esa magia!