La reelección de Donald Trump en la presidencia de Estados Unidos representa una fuente de incertidumbre para China, que se anticipa a posibles renovadas tensiones en temas como el comercio, la tecnología y Taiwán. En su primer mandato, Trump impuso una serie de aranceles que derivaron en una guerra comercial que golpeó a ambos países. Ahora, con su regreso a la Casa Blanca, Beijing se enfrenta a un nuevo ciclo de presión económica y diplomática.
Uno de los puntos más críticos podría ser el comercio. Trump ha prometido imponer aranceles de hasta el 60% sobre las exportaciones chinas, un movimiento que podría impactar gravemente a la economía de China, que ya enfrenta desafíos internos como el desempleo juvenil y una crisis en el sector inmobiliario. Según analistas, esta medida reduciría hasta en un 2,5% el crecimiento de la economía china. Estos aranceles, de concretarse, podrían ser utilizados como una estrategia para llevar a China a la mesa de negociaciones, aunque expertos consideran que la debilidad económica de China podría impulsar a Beijing a mostrar una mayor disposición al diálogo.
Otro tema de tensión es la relación con Taiwán, una isla que Beijing reclama como parte de su territorio. Durante su primer mandato, Trump provocó a China al aceptar una llamada de felicitación de la entonces presidenta taiwanesa Tsai Ing-wen, rompiendo con el protocolo diplomático que Estados Unidos mantenía desde 1979. En su nueva administración, Trump ha amenazado con aplicar aranceles aún más altos, de hasta un 200%, si China intenta anexarse a Taiwán. Sin embargo, especialistas consideran poco probable que Trump respalde una independencia formal de la isla.
La tecnología también figura en la lista de posibles enfrentamientos. Trump ya había dirigido restricciones hacia empresas chinas como Huawei, acusándolas de representar un riesgo para la seguridad de Estados Unidos. Aunque Joe Biden mantuvo algunas de estas medidas, como el control sobre los semiconductores avanzados, Trump ha criticado la Ley CHIPS, que asignó $53 mil millones para la producción de chips en suelo estadounidense y que ha llevado a TSMC, el mayor productor taiwanés de semiconductores, a expandirse en Arizona. Trump ha prometido eliminar esta ley, argumentando que beneficia a Taiwán más que a Estados Unidos.
Con la creciente tensión en torno a la tecnología y la capacidad de China para influir en temas globales, el nuevo mandato de Trump apunta a un período de relaciones complejas y desafíos constantes. La postura de Trump, que incluye desde presión económica hasta una posible búsqueda de influencia en temas geopolíticos como la guerra en Ucrania, revela que las relaciones entre Washington y Beijing podrían entrar en una fase aún más volátil.
Curiosidad: A pesar de su retórica dura contra China, Trump alguna vez describió su relación con el presidente chino Xi Jinping como de “respeto mutuo”. Durante su primer mandato, ambos líderes intercambiaron varios halagos y muestras de amistad que se fueron enfriando con el paso de los años, principalmente debido a las tensiones comerciales y la pandemia de COVID-19.