A los 39 años, Victoria Cilliers era una paracaidista experimentada y miembro del ejército británico. El domingo 5 de abril de 2015, participó en un salto desde el aeródromo de Netheravon, a 1.200 metros de altura, en una actividad organizada por su esposo. Sin embargo, ese salto tuvo un trágico desenlace.
Ambos saltaron desde 4.000 pies (1.200 metros), pero el paracaídas de Victoria no se abrió. La caída fue brutal, alcanzando una velocidad estimada de unos 90 kilómetros por hora. A pesar del impacto, que fue amortiguado parcialmente por un campo de cultivo recién arado, Victoria sufrió fracturas graves en la columna vertebral, la pelvis y varias costillas. Para sorpresa de todos, incluida la de su esposo, logró sobrevivir.
La investigación posterior, tras el accidente, reveló más de lo esperado. La Asociación de Paracaidistas del Ejército entregó el caso a la policía, y con el tiempo, surgieron inquietantes pistas. Victoria recordó que días antes del incidente, hubo una fuga de gas en su casa, y ella, bromeando, le envió un mensaje irónico a su esposo: “¿Estás intentando matarme?”. Aunque las sospechas empezaban a acumularse, le costaba aceptar esa terrible posibilidad.
Detectives como Paul Franklin y Maddy Hennah profundizaron en el caso, descubriendo que la relación entre Victoria y su esposo, Emile, era abusiva. Emile controlaba cada aspecto de su vida y, a sus espaldas, llevaba una doble vida con su amante, Stephen Groff, a quien conoció por Tinder. Además, frecuentaba prostitutas y clubes de intercambio de parejas. Con deudas crecientes y una situación financiera desesperada, Emile parecía ver en el seguro de vida de Victoria, por valor de unos 140.000 dólares, una posible solución.
A pesar del fuerte control emocional que Emile ejercía sobre ella, Victoria modificó su testimonio en el primer juicio, intentando protegerlo. En 2017, este juicio se declaró nulo debido a la falta de un veredicto, pero en 2018, en un segundo juicio, Emile fue finalmente condenado a cadena perpetua por intento de asesinato.