El gobierno de Estados Unidos, a través del Departamento de Comercio, ha propuesto una nueva medida que busca prohibir la venta de vehículos conectados que utilicen tecnología china o rusa, argumentando que representan un riesgo significativo para la seguridad nacional. Esta acción se enmarca dentro de una creciente preocupación por la posibilidad de que estos autos inteligentes sean utilizados para la vigilancia, recopilación de datos sensibles, o incluso para la manipulación remota.
La medida, anunciada el lunes, tiene como objetivo proteger a los ciudadanos y la infraestructura crítica del país ante posibles ciberataques o accesos no autorizados por parte de gobiernos extranjeros. Gina Raimondo, secretaria de Comercio, advirtió sobre los peligros de que adversarios controlen remotamente estos vehículos, sugiriendo que en un escenario extremo podrían provocar accidentes masivos o bloquear carreteras.
El temor detrás de los vehículos conectados
Los autos modernos, en especial los eléctricos y autónomos, integran tecnología que permite la conectividad con dispositivos externos, infraestructuras como semáforos y otros vehículos a través de redes GPS, Bluetooth y Wi-Fi. El temor de la administración de Joe Biden es que estos sistemas sean vulnerables a interferencias extranjeras, permitiendo a actores como China o Rusia recopilar información sensible o tomar el control de los vehículos en movimiento.
La propuesta incluye la prohibición de dos sistemas fundamentales en los vehículos conectados: el Sistema de Conectividad del Vehículo (VCS) y el Sistema de Conducción Automatizada (ADS). Estos componentes son críticos para la comunicación y la conducción autónoma, y su potencial manipulación representa una amenaza para la infraestructura vial de Estados Unidos. La medida, que prevé prohibiciones para software a partir de 2027 y para hardware en 2030, está abierta a comentarios públicos durante los próximos 30 días.
Endurecimiento de políticas frente a China
Esta propuesta llega tras una serie de medidas que el gobierno de Biden ha implementado para limitar la influencia de China en sectores estratégicos. En febrero, la Casa Blanca ordenó una investigación sobre el uso de tecnología china en los automóviles, subrayando los riesgos de ciberseguridad. Además, la administración también ha anunciado nuevos aranceles del 100% sobre vehículos eléctricos de origen chino, en una señal clara de la creciente tensión comercial entre ambas potencias.
China, por su parte, reaccionó a la propuesta, advirtiendo a Estados Unidos de no tomar medidas discriminatorias contra sus empresas y acusando a Washington de expandir el concepto de seguridad nacional de manera injusta. Actualmente, no hay vehículos de marca china a la venta en el mercado estadounidense, pero las crecientes tensiones económicas entre ambos países sugieren que este tipo de enfrentamientos continuará escalando.
Los autos conectados no solo representan una revolución en la movilidad, sino que también abren una puerta a nuevos desafíos en ciberseguridad. En un reciente incidente en Líbano, se demostró cómo dispositivos de comunicación explotaron en una operación atribuida a Israel, resaltando el potencial peligro de las tecnologías manipuladas.