Se tiró con sus gemelas por un barranco: “Las niñas van al cielo, y yo al infierno”

En las primeras horas del 13 de junio de 2020, Robert Brians, un hombre de 51 años oriundo de San Diego, Estados Unidos, tomó una decisión que dejó una marca indeleble en su comunidad y en su familia. Tras una separación particularmente tormentosa, decidió tomar medidas extremas y conducir su camioneta por el borde de un acantilado con sus hijas gemelas de tan solo dos años, Hailey y Aubrey. Lo que había comenzado como una visita supervisada, según lo estipulado por el acuerdo de custodia con su exesposa Jenna, rápidamente se convirtió en una pesadilla que nadie podría haber previsto.

Una noche de terror

Brians recogió a las niñas en la casa de los padres de Jenna, donde habían pasado la noche. En lugar de regresar a su hogar como se esperaba, comenzó a conducir sin un rumbo fijo, sumido en sus pensamientos oscuros y en la ira que lo consumía. Durante horas, condujo por las calles de San Diego mientras las niñas dormían en el asiento delantero, inconscientes del peligro que se avecinaba.

A medida que avanzaba la noche, la preocupación de Jenna creció exponencialmente. Al no recibir noticias de Brians ni de sus hijas, su inquietud se transformó en pánico cuando empezó a recibir una serie de mensajes escalofriantes. “Las niñas van al Cielo, y yo al Infierno a esperarte”, le escribió Brians, dejando a Jenna en un estado de absoluta desesperación. La situación se agravó aún más cuando Brians publicó en su cuenta de Facebook: “Esta noche, envío a mis bebés al Cielo”.

Sunset Cliffs: el escenario de la tragedia

El lugar que Brians eligió para llevar a cabo su plan fue Sunset Cliffs, un acantilado conocido por su impresionante vista del Pacífico, pero que esa madrugada se convertiría en el escenario de un acto inimaginable. Con el amanecer apenas comenzando a iluminar el horizonte, Brians se dirigió al borde del acantilado, donde ya lo esperaban los oficiales de policía, alertados por Jenna. Sin embargo, llegaron solo a tiempo para presenciar cómo la camioneta de Brians se lanzaba al vacío a más de 115 kilómetros por hora.

La camioneta impactó violentamente contra las rocas antes de sumergirse en las frías aguas del océano, dejando a los oficiales en un estado de shock. Sin embargo, no estaban dispuestos a abandonar a las víctimas de este intento de homicidio-suicidio. Entre los oficiales presentes se encontraba Jonathan Wiese, un K-9 con entrenamiento en el Cuerpo de Marines, quien no dudó en actuar. Ató una correa de perro de 30 metros a una roca y, con la ayuda de sus compañeros, descendió por el acantilado para llegar a la camioneta volcada y parcialmente sumergida.

El rescate

Al llegar al agua, Wiese se encontró con una escena desgarradora. Brians sostenía a sus dos hijas, una de ellas llorando y aferrada a su cuello, mientras la otra parecía inconsciente. Wiese, utilizando sus habilidades de rescate, los empujó hacia la orilla, luchando contra las corrientes y la desesperación del momento. “Él tenía a las dos niñas, intentaba mantenerse a flote, pero todos se hundían”, relató Wiese más tarde, todavía impactado por lo que había presenciado.

Las niñas, aunque gravemente heridas, sobrevivieron al impacto. Una de ellas sufrió un sangrado cerebral y fracturas en la columna vertebral, lo que le impidió respirar por sí misma durante algún tiempo. A pesar de las lesiones, ambas pequeñas lograron recuperarse con el tiempo. Las imágenes de ellas jugando en la playa semanas después del incidente se convirtieron en un símbolo de esperanza y resiliencia para la comunidad.

La justicia y las cicatrices del pasado

Brians, quien había sobrevivido al impacto, fue arrestado y acusado de múltiples cargos, incluidos intento de asesinato, secuestro, abuso infantil y violencia doméstica. Durante el juicio, se presentaron pruebas irrefutables que demostraban que el acto había sido premeditado. Los mensajes de texto y las publicaciones en redes sociales que Brians había enviado a Jenna se convirtieron en el núcleo de la acusación en su contra.

Inicialmente, Brians se declaró no culpable, probablemente esperando que algún tecnicismo legal o la misericordia de la corte pudiera salvarlo de una sentencia severa. Sin embargo, frente a la abrumadora evidencia en su contra y la perspectiva de una sentencia aún más dura si continuaba el juicio, decidió cambiar su declaración. El 9 de agosto de 2024, Brians se declaró culpable y aceptó cumplir una sentencia de 31 años en una prisión estatal de California.

Mientras Brians se enfrenta a un futuro tras las rejas, las cicatrices de su acto permanecen en su familia. Hailey y Aubrey, aunque físicamente recuperadas, cargarán con el trauma emocional de ese día por el resto de sus vidas. La comunidad de San Diego, conmovida por la tragedia, se unió para apoyar a Jenna y a las niñas, recaudando miles de dólares a través de una campaña en GoFundMe para asegurarles un futuro mejor. Sin embargo, el camino hacia la normalidad será largo y estará lleno de desafíos, con un dolor que solo el tiempo y el amor pueden sanar.