Demis Hassabis, presidente ejecutivo de Google DeepMind, ha sido nombrado miembro de la Pontificia Academia de las Ciencias por el Papa Francisco, marcando un hito significativo en el encuentro entre la fe y la ciencia moderna. Este reconocimiento no solo destaca los avances significativos en el campo de la inteligencia artificial (IA) liderados por Hassabis, sino que también subraya el interés del Vaticano en explorar las oportunidades y desafíos que esta tecnología emergente presenta para la sociedad.
La IA, una herramienta cada vez más influyente en diversos sectores, ha generado tanto expectación por su potencial como preocupaciones sobre sus implicaciones éticas y los riesgos asociados con su avance acelerado. La inclusión de Hassabis en esta institución fundada en 1603 refleja la voluntad del Vaticano de participar activamente en estas discusiones críticas, más allá de cuestiones religiosas, reconociendo la contribución de Hassabis al avance de la inteligencia artificial con desarrollos como Alpha Go.
Acompañado por figuras destacadas como los Premios Nobel de Física Andrea Ghez y Didier Queloz, Hassabis contribuirá a este diálogo global desde una perspectiva científica, respaldando la visión del Papa Francisco de una colaboración fructífera entre ciencia y fe. Esto incluye la gestión ética de las nuevas tecnologías, un tema de especial importancia para el Papa, quien ha expresado su preocupación por el impacto de la IA en la libertad individual y la posible aparición de una “dictadura tecnológica”.
La labor de DeepMind, la compañía de Hassabis, ejemplifica el tipo de innovación que el Vaticano busca comprender y orientar hacia el bien común. Con proyectos que van desde la identificación de mutaciones genéticas que causan enfermedades hasta la resolución de la estructura de casi todas las proteínas del organismo humano, DeepMind representa la vanguardia de la investigación en IA, prometiendo avances significativos en campos como la medicina.
Dato curioso: La participación de Demis Hassabis en la Pontificia Academia de las Ciencias simboliza un puente entre el mundo de la ciencia de vanguardia y una de las instituciones religiosas más antiguas del mundo, ofreciendo una oportunidad única para que ambas partes exploren cómo la tecnología puede servir a la humanidad de manera responsable y ética, alineando los avances científicos con los valores humanísticos compartidos.