En Dinamarca, la llegada del Año Nuevo no solo se celebra con fuegos artificiales y brindis, sino también con una tradición única y peculiar: romper platos contra las puertas de amigos y familiares. Aunque pueda sonar extraño, esta costumbre tiene raíces profundas en la historia danesa y está llena de significados simbólicos.
La práctica de romper platos en la Nochevieja danesa se remonta a la Edad Media, donde se creía que los platos rotos alejaban los malos espíritus y atraían la buena suerte para el próximo año. A lo largo de los siglos, esta tradición se ha mantenido, evolucionando y extendiéndose a otras partes del mundo.
La preparación para este peculiar rito se lleva a cabo durante todo el año. Los daneses guardan platos descascarillados o viejos con anticipación para asegurarse de tener una buena reserva de “munición” para la celebración en Nochevieja. Incluso hoy en día, es común que compren platos con el único propósito de cumplir con esta tradición.
La ceremonia de romper platos ocurre después de la cena de Nochevieja. Los invitados llevan consigo sus propios platos viejos, algunos decorados con mensajes personales, y los hacen añicos contra la puerta principal. Este peculiar acto no solo simboliza renovación y prosperidad, sino que también es una muestra de aprecio hacia los anfitriones.
La cantidad de platos rotos frente a la puerta se ha convertido en un indicador de popularidad y afecto hacia el propietario de la vivienda. Cuantos más platos, mayor es el reconocimiento. Sin embargo, la alegría de esta colorida tradición se mezcla con la inevitabilidad de tener que barrer los restos cerámicos al día siguiente, creando un balance único entre la celebración y la responsabilidad.