La Confederación General del Trabajo (CGT) celebró su segundo paro general durante el gobierno de Javier Milei con un balance que reflejó más alivio que euforia. Aunque la medida de fuerza se sintió en distintos sectores, la dirigencia sindical no pudo alcanzar su objetivo principal: conmover al Gobierno para que reconsidere sus políticas.
En una conferencia de prensa realizada en la sede de Azopardo 802, Héctor Daer, cotitular de la CGT, señaló la necesidad de que el Gobierno reconfigure su política de ajuste, que según él está llevando al país a extremos. Sin embargo, no hubo expresiones de alegría entre los dirigentes, evidenciando la preocupación por el futuro de las acciones sindicales.
El debate interno en la CGT se intensifica ante la falta de resultados tangibles. Mientras algunos sectores abogan por esperar, otros presionan por un paro de 36 horas como medida de mayor contundencia. Esta división refleja la tensión entre aquellos que buscan el diálogo y los que optan por una postura más confrontativa.
El escenario político también influye en las decisiones futuras de la CGT. La suerte de la Ley Bases y el paquete fiscal en el Senado determinará en gran medida la capacidad de la central obrera para influir en las políticas gubernamentales. La CGT reconoce que el Presidente Milei difícilmente retrocederá si sus grandes apuestas legislativas tienen éxito.
A pesar de las expectativas, el Gobierno no hizo mayores esfuerzos para levantar el paro, aunque dio algunos gestos en ese sentido, como recortar la reforma laboral y flexibilizar su postura en las paritarias. Ahora, la atención se centra en la respuesta que dará Milei tras la segunda huelga general en cinco meses. Los sectores moderados de la CGT buscan evitar la radicalización y promueven un diálogo más constructivo, mientras que temen que el foco radicalizado pueda llevar a ideas destituyentes.
El paro de la CGT deja en evidencia las tensiones internas y la falta de resultados concretos en la relación entre el sindicalismo y el Gobierno, dejando abierta la incógnita sobre el rumbo que tomarán las acciones sindicales en el futuro próximo.