La historia del rock está repleta de momentos trascendentales y decisiones que marcan el destino de las bandas. Una de esas decisiones llegó en febrero de 1980, cuando la trágica muerte de Bon Scott, el emblemático vocalista de AC/DC, sumió a la banda en una encrucijada: ¿continuar o poner fin a su legado? Optaron por seguir adelante, pero encontrar un reemplazo para Scott, cuya voz y actitud en el escenario eran inimitables, no sería tarea fácil.
Con la intención de mantener viva la esencia de AC/DC, los hermanos Angus y Malcolm Young, junto con el resto de la banda, se dispusieron a buscar un nuevo vocalista. Sin embargo, esta búsqueda se enfrentó a varios obstáculos, ya que muchos músicos de renombre declinaron la oportunidad de unirse a la icónica agrupación australiana.
Uno de estos músicos fue Neville John “Noddy” Holder, el carismático vocalista de la banda británica Slade, que gozaba de gran popularidad en la década de 1970. Aunque la oferta de unirse a AC/DC era tentadora, Holder optó por mantener su lealtad a Slade, prefiriendo seguir con la banda que lo había catapultado al éxito.
Otro músico que rechazó la propuesta fue el legendario Iggy Pop, icono del punk rock. A pesar de reconocer el talento de AC/DC, Iggy sintió que no encajaba con lo que la banda buscaba en ese momento. Su decisión reflejaba su profundo respeto por la identidad y el sonido únicos de AC/DC.
Finalmente, Marc Storace, vocalista maltés conocido por su trabajo con la banda Krokus, también declinó la oferta de unirse a AC/DC. En una entrevista, Storace expresó su gratitud por la vida que llevaba y no lamentó su decisión de no unirse a la legendaria banda australiana.
Estos tres músicos tuvieron la oportunidad de dejar su huella en una de las bandas más influyentes del rock, pero cada uno optó por seguir su propio camino, basándose en sus prioridades y lealtades personales. A pesar de los rechazos, AC/DC finalmente encontró a su nuevo vocalista en Brian Johnson, y el resto es historia.